Introducción
El reciente show de la presentación del presupuesto por parte del Gobierno de Javier Milei ha dejado en claro que la estrategia económica de la administración tiene como pilar central el manejo de la deuda y sus intereses. Esta política, presentada de manera teatral, revela no solo un intento de ordenar las cuentas públicas, sino también el temor del gobierno a un posible default. En este contexto, las proyecciones económicas del Ejecutivo se ven condicionadas por una serie de factores clave que amenazan con sumergir a Argentina en una crisis prolongada si no se toman las decisiones adecuadas.
La Dominancia de los Intereses de la Deuda en el Presupuesto 2025
Uno de los aspectos centrales de este presupuesto es que los intereses de la deuda pasarán a determinar todo el gasto primario para 2025. A mayor nivel de intereses, mayor será la necesidad de alcanzar un superávit primario, lo que obliga a reducir el gasto en áreas clave como salud, educación, justicia, seguridad, y administración del Estado. Esto implica que los intereses de deuda se convierten en el gasto dominante. Cualquier fluctuación en la inflación o el dólar aumentaría los intereses indexados por CER o dólar link, lo que, en un contexto de ingresos limitados, forzaría una nueva ronda de ajustes sobre los otros gastos.
Un Presupuesto con Miras en el Default
La obsesión por asegurar el pago de intereses sugiere un claro temor a caer en default, algo que Milei busca evitar a toda costa. De hecho, el gobierno ha optado por esta estrategia de asegurar los intereses para intentar demostrar solvencia en el manejo de la deuda, con la esperanza de atraer inversión externa o lograr una renegociación más favorable de la deuda. Sin embargo, la situación recuerda a la política que aplicó Domingo Cavallo en 2001, cuando ajustó el gasto público de manera similar, reduciendo las jubilaciones un 13%, lo que solo aceleró el colapso económico y el eventual default del país.
El Impacto del Ajuste en el Largo Plazo
El presupuesto de Milei es un intento por consolidar la solvencia de la deuda, pero tiene implicancias profundas para la actividad económica en el mediano y largo plazo. Si se ejecuta tal como está previsto, con recortes constantes en el gasto primario para cumplir con los intereses de la deuda, esto llevará inevitablemente a un nivel de actividad económica muy bajo en los años 2025 y 2026, lo que probablemente derivará en una "U" inflacionaria: una trayectoria descendente, seguida de una fase de estancamiento, y finalmente una nueva fase de aceleración inflacionaria. Esta política de ajuste permanente no solo puede sumir al país en la recesión, sino que compromete seriamente las perspectivas de crecimiento.
Una Política Dinámicamente Inconsistente y el Peligro del Péndulo
La gran paradoja de este enfoque es que, si bien el objetivo es asegurar solvencia y evitar un default, la consistencia de estas políticas en el largo plazo es altamente cuestionable. Es una estrategia que, sin ajustes significativos, podría volverse insostenible y terminar en fracaso. Además, genera el riesgo de un péndulo político, en el que una administración conservadora y ajustadora es reemplazada por una más populista y expansiva, tal como ha ocurrido en anteriores ciclos políticos en Argentina. Milei, que ha basado buena parte de su plataforma en promesas de eficiencia y dinamismo, corre el riesgo de perder rápidamente el apoyo político si el ajuste se prolonga más de lo esperado.
Consecuencias para el Sector Privado
Una de las mayores preocupaciones a mediano plazo es el impacto que esta política tendrá en el sector privado. A corto plazo, estas medidas fiscales y de ajuste significarán una mayor presión tributaria y más fiscalización para las empresas. Esto puede ahogar la inversión interna y hacer que el sector privado, en lugar de ser un motor de crecimiento, se vea atrapado en la dinámica de austeridad impuesta por el gobierno, limitando la capacidad de expansión económica.
Conclusión
La presentación del presupuesto por parte de Javier Milei refleja la tensión entre la necesidad de garantizar la solvencia de la deuda y el peligro de someter al país a un ajuste perpetuo. Si bien la estrategia del gobierno busca evitar el default, las similitudes con las políticas implementadas por Cavallo en 2001 son evidentes, y el riesgo de terminar en un escenario de recesión, bajo nivel de actividad y pérdida de apoyo político es considerable. Argentina podría enfrentarse a un ciclo de ajustes continuos que, lejos de resolver los problemas estructurales, podría profundizar la inestabilidad macroeconómica.