marzo 14, 2022

LA FED INICIA UN DOLOROSO PROCESO DE SUBA DE TASAS

El miércoles la Reserva Federal estadounidense (Fed) va a subir la tasa de interés. Llevaba sin hacerlo desde diciembre de 2018, 39 meses consecutivos, pero la situación macro en Estados Unidos ha llegado a un punto en el que la suba es inevitable. No tanto por la guerra de Ucrania, sino por las presiones inflacionarias que, ya desde hace meses, están apretando cada vez más a la primera economía del mundo.

De hecho, en un primer momento la guerra enfrió los ánimos de los inversores y de algunos analistas, y se empezó a especular con la posibilidad de que la Fed ralentizase el proceso de incremento de tasas, para no dar un paso en falso y frenar la recuperación económica.

El impacto de la guerra era incierto y se llegó a plantear que la Fed esperaría a ver su efecto económico antes de lanzarse a subir tasas. Por ello, las expectativas de los mercados, que descontaban una suba de hasta 50 puntos básicos en la reunión de esta semana, y otras seis posteriormente, hasta final de año, una en cada reunión de 2022, se frenaron. 

Ahora los analistas esperan que la Fed suba los tasas 167 puntos básicos este año, lo que equivale a 6,7 subas de 25 puntos básicos (las que suele llevar a cabo la Fed) en el conjunto del ejercicio. Los mercados tienen claro que la Fed va a subir tasas el miércoles, algo que no será una sorpresa para nadie, después de las últimas declaraciones de Jerome Powell, presidente de la institución, reconociendo el pasado 3 de marzo que "con una inflación muy por encima del 2% y un mercado laboral fuerte, vemos apropiado aumentar el rango objetivo para el tipo de los fondos federales en nuestra reunión de este mes", y reconoció que "el proceso de eliminar la política acomodaticia en las circunstancias actuales implicará, tanto aumentos en las tasas, como una reducción en el tamaño del balance".

Y es que el balance de activos de la Fed ha alcanzado proporciones que nadie habría sospechado antes de la llegada del Covid-19. Ahora se mantiene en el entorno de los 8,91 billones de dólares, un máximo histórico, y más del doble del tamaño que tenía cuando llegó la pandemia, del entorno de los 4 billones de dólares.

En este contexto, parece claro que, si bien la guerra en Ucrania ha enfriado ligeramente las perspectivas de ver subas de tasas en Estados Unidos, el proceso de normalización de las políticas monetarias no se va a detener.

El miércoles, de hecho, la Fed actualizará su cuadro de previsiones macroeconómicas, que ahora contempla un crecimiento del PBI real del 4% en 2022, del 2,2%en 2023 y del 2% en 2024.

Las tasas que está alcanzando la inflación en Estados Unidos sin duda preocuparán a la Fed. En febrero alcanzó el 7,9%, rozando el nivel más elevado que se ha visto desde 1982, y con un IPC subyacente elevándose hasta el 6,4%.

La última vez que la Fed se enfrentaba una inflación de este calibre los tipos de interés se mantenían en el 13%, un ejemplo de la encrucijada en la que se encuentra en este momento la institución.

En Europa la inflación corre a un ritmo más lento que en Estados Unidos, y el Banco Central Europeo (BCE) se ha visto obligado a acelerar la normalización de sus políticas, anunciándolo la semana pasada, un reflejo de la necesidad que están viendo los bancos centrales de pelear contra la inflación, al margen de lo que pueda pasar con el crecimiento económico.

Hay que tener en cuenta que Estados Unidos está encontrando más presiones en los salarios frente a Europa, donde la tasa de desempleo media es ahora del 7,3% (datos a cierre de 2021), frente al 4,2% en Estados Unidos. Este es uno de los elementos que más destacan los economistas como un posible catalizador de inflación estructural: si las negociaciones salariales tienen éxito y las subas se confirman, pueden desembocar en una espiral inflacionaria estructural.

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