noviembre 15, 2010

Todos contra china...

Ayer finalizó en Seúl la quinta cumbre post crisis del G-20. En las cuatro reuniones anteriores fueron muchos los temas debatidos, pero pocas las medidas acordadas. Sin embargo, desde la reunión inicial -realizada en noviembre de 2008, en Washington- hubo dos principios básicos en los cuales hubo consenso general: el G-20 sería el "adalid" de la coordinación global y, asimismo, las políticas de estímulo se mantendrían en vigencia todo el tiempo que fuera necesario hasta que se lograra consolidar la recuperación.

A medida que el tiempo fue transcurriendo, y que una tenue recuperación global comenzó a emerger, fueron surgiendo diferentes posiciones respecto a determinados temas; tales como: prioridad de la consolidación del crecimiento versus la corrección de desequilibrios fiscales, regulación y supervisión global del sistema financiero y, más recientemente, el desequilibrio entre las tasas de crecimiento de los países emergentes y los desarrollados, sumado al tema de las escaramuzas cambiarias.

Más allá de que todas estas divergencias se han ido profundizando - a este respecto basta recordar las posiciones antagónicas de la Fed y el Banco Central Europeo respecto a las políticas monetarias de estímulo, en especial la reciente decisión de la autoridad norteamericana de implementar una segunda etapa de "relajamiento monetario"- no hay duda de que en esta Cumbre la cuestión crucial pasaba por intentar resolver el incipiente y gravísimo proceso de la guerra cambiaria.

¿Cómo se genera y qué consecuencias tiene una guerra cambiaria? En un principio, las economías con fuertes desequilibrios comerciales externos - tales como, por ejemplo, EE. UU. - devalúan sus monedas de manera de favorecer sus exportaciones y, simultáneamente, encarecer sus importaciones. Obviamente, la reacción de las contrapartes - que ven sus exportaciones amenazadas- no se hace esperar y comienzan también a modificar en el mismo sentido el valor de sus monedas. De no cortarse de cuajo este perverso mecanismo, la siguiente etapa es la "defensa" de las producciones nacionales mediante subas indiscriminadas de aranceles de importación, lo cual necesariamente lleva a una brusca caída del comercio internacional y a una recesión global. Quien tenga dudas de este mecanismo, sería conveniente que revisara lo acontecido durante la depresión del 30.

Explicada la mecánica de la "guerra cambiaria", se comprende perfectamente porque era éste el tema fundamental a discutir. En efecto, de no lograrse interrumpir su dinámica, sería altamente probable que la economía global cayera en una nueva recesión e, incluso, en una depresión tipo década del 30.

Dada la extrema gravedad del problema, la pregunta que se impone es la siguiente: ¿cuáles han sido las soluciones aportadas a este respecto por el G-20? Lamentablemente, en concreto, nada. La respuesta de la Cumbre ha sido sólo una declaración final de buenas intenciones respecto a la necesidad de coordinar las acciones macroeconómicas, evitar los manejos competitivos de los tipos de cambio, disminuir las volatilidades, eliminar las barreras comerciales, apoyar un crecimiento equilibrado y sostenible, etc. En síntesis, nada más que enunciados que se pueden hallar en cualquier texto introductorio de Economía Internacional.

Más allá de que se debiera terminar con esta parodia del G-20 - realmente una bolsa de gatos, con intereses encontrados y "juntados" inicialmente sólo por el pánico de tener que enfrentar una eventual depresión global- es imprescindible encarar el tema cambiario. Para ello será necesario que China de el puntapié inicial flexibilizando su ya acérrima posición de un yuan extremadamente subvaluado y, en simultáneo, se permita a los países emergentes protegerse de los flujos de dólares especulativos que los inundan en busca de mayores tasas de interés, provocando alarmantes revaluaciones de sus monedas (Brasil puede dar cuenta de ello)

Estas medidas deben definirse e implementarse a la brevedad en una mesa chica, donde se debieran sentar aquellos que mayor peso relativo tienen en esta "contienda": EE.UU., China, euroárea y Japón. Obviamente, estas partes deberán también tener en cuenta las posiciones del resto de los participantes en esta batalla. Por cierto que la tarea no será fácil pero, cuanto más se demore en encararla, más difícil será interrumpir el perverso mecanismo de la actual e incipiente guerra cambiaria y más cerca se estará de caer en una nueva recesión.

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