septiembre 09, 2010

Publicación de un Economista - Crónica de un final anunciado

Lo que se transcribe es una editorial publicada en la fecha en un diario de Argentina por un economista, para pensar...

"Durante su exposición en el Congreso de la Nación, la presidente del BCRA sostuvo que como consecuencia que el PIB va a crecer más de lo que se había estimado originalmente, es necesario reformular la política monetaria incrementando la expansión de moneda. Su argumento fue que si no se reformulaba la política monetaria ante el mayor PIB estimado "hubiera significado tener una política contractiva, restrictiva en materia de crecimiento económico y de empleo".


Lo primero que surge de esta afirmación es que para la presidente del BCRA el ahorro, que es ingreso no consumido, puede ser sustituido por billetes impresos. Puesto en otros términos, de acuerdo a esta teoría no sería necesario sacrificar consumo presente para ahorrar porque podríamos consumir todos nuestros ingresos y además tener crédito que no surgiría del ahorro no consumido, sino que podríamos fabricar el ahorro mediante simples imprentas que impriman billetes. Aparentemente el BCRA tiene la capacidad de crear ahorro que luego se traduce en crédito, porque, ¿de dónde provine el crédito sino del ahorro (ingreso no consumido) de la gente que vuelca al mercado de capitales?

La segunda reflexión que surge de la afirmación de la presidente del BCRA es que en vez de darle más poder de compra a la gente prefieren ir licuándole el ingreso real. ¿Por qué? Muy sencillo, supongamos que crece la oferta de bienes y la cantidad de moneda se mantiene constante. ¿Qué ocurriría en ese caso? Que con un billete de 100 pesos la gente podría comprar más bienes y servicios porque aumentó la oferta, salvo, claro está, que pretendan derogar la ley de la oferta y la demanda mediante un DNU. Pero desde el punto de vista económico la moneda es una mercadería como cualquier otra y, por lo tanto, tiene un precio relativo respecto a los otros bienes de la economía. Lo deseable en una política económica que pretenda mejorar el ingreso de la población es que la gente pueda comprar cada vez más bienes con el ingreso que recibe por su trabajo. Si ese ingreso lo recibe en billetes, entonces lo deseable es que con esos billetes que recibe el asalariado pueda comprar más bienes y servicios y así mejorar su nivel de vida. Lo que nos proponen desde el BCRA es, justamente, licuar ese posible mayor poder de compra incrementando la cantidad de billetes en circulación para que el asalariado no pueda comprar más bienes y servicios con su salario sino, en el mejor de los casos, comprar la misma cantidad, aunque todos sabemos que podrá comprar cada vez menos porque la gente, ante el proceso inflacionario, que por cierto niegan desde el Central, se desprende más rápido de los billetes que tiene en el bolsillo. Lo que se conoce como huída del dinero o caída en la demanda de dinero, lo cual acelera el proceso inflacionario por encima de la tasa de emisión monetaria. No solo hay más billetes en circulación que impresos, sino que los billetes que la gente antes guardaba por si acaso, ahora no los guarda y los pone en circulación.

Para actuales autoridades del BCRA, como para las que le precedieron producir cada vez más billetes no tiene ningún efecto sobre el nivel de precios. Por ejemplo, si por alguna razón aumenta la producción de tomates y la demanda de tomates se mantiene constante, la ley de la oferta y la demanda dice que el precio de los tomates va a disminuir. Solo o bajaría el precio de los tomates si la demanda de tomates aumentase en la misma magnitud que aumentó la oferta. Si reemplazamos la palabra tomates por moneda ocurre lo mismo. Lo que supone el BCRA es que si ellos incrementan la cantidad de moneda en un 30% anual, la gente va a querer retener en su bolsillo, sin hacerlo circular, ese 30% más de billetes emitidos y por lo tanto no va a haber impacto sobre los precios. Desconozco qué método utiliza el BCRA para estimar que cantidad de billetes adicionales querrá tener la gente guardados debajo del colchón sin introducirlos en el circuito económico, pero cualquier ser medianamente informado, que por ejemplo va al supermercado, sabe que si hoy los precios están subiendo a una tasa del 25% anual (cálculo optimista), con este mensaje de más emisión, tiene que apurarse a sacarse los pesos de encima porque mañana comprará menos de lo que puede comprar hoy.

Tampoco puede entenderse el razonamiento de la presidente del BCRA bajo la visión keynesiana. En todo caso Keynes proponía incrementos del gasto y de la oferta monetaria en procesos recesivos con caída de precios (deflación), capacidad ociosa en la economía (quiere decir que se puede producir 100 unidades pero se produce 50) y alta desocupación. Pero si el mismo gobierno nos dice que no hay desocupación o que está en niveles muy bajos, que la economía está funcionando a pleno y que tenemos una lluvia de inversiones, la receta keynesiana no se aplica en este caso. Si, como dice el gobierno, hay inversiones es porque hay crédito y si hay crédito es porque hay ahorro. ¿Para qué emitir entonces? Si hay plena utilización de la capacidad instalada no hay recesión y, por lo tanto, no es necesario aplicar la receta keynesiana de estimular la demanda. Y si hay optimismo, confianza y crecimiento, como en cada discurso nos cuenta Cristina Fernández, en poco tiempo más la escasa desocupación que nos informa el INDEC habrá desaparecido gracias a la lluvia de inversiones que nos dicen que tenemos.

También dijo la presidente del BCRA que no dejará bajar el dólar. Puede ser que nominalmente no baje, pero hay algo que se llama tipo de cambio real, es decir, ver cómo evoluciona el tipo de cambio nominal con la tasa de inflación. Como la tasa de inflación promedio mensual de los primeros 7 meses del año se ubicó en el 2,08%, y suponiendo que siga esta tasa mensual, lo que nos está informando es que el van a dejar caer el tipo de cambio real a razón de un 2% mensual. Para el común de los mortales esto quiere decir que los precios internos medidos en dólares serán cada vez más altos, algo que se contradice con el supuesto dólar competitivo que dice sostener el gobierno.

En síntesis, para la presidente del BCRA no hace falta sacrificar consumo presente para poder ahorrar y de esta forma generar crédito que financie la inversión y el consumo. La gente puede gastar tranquila todo su ingreso que el crédito se imprime, porque el BCRA tiene la varita mágica para crear ahorro. Además, nos dice que piensan hacer caer el tipo de cambio real o, lo que es lo mismo, que la economía argentina será cada vez más cara en dólares. Y, como frutilla del postre, nos informan que no permitirán que la gente pueda comprar más bienes y servicios con los pesos que recibe por su salario.

En definitiva, una película vista con final conocido. "

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