El Gobierno insiste en mostrar que conserva el control de la situación económica, pero las señales que emite revelan lo contrario: improvisación, desesperación y una peligrosa dependencia de prestamistas externos y medidas transitorias que minan la credibilidad.
El Tesoro de EE.UU. como prestamista de “recontra última instancia”
Encuestas y el golpe político en Buenos Aires
Retenciones: el síntoma de la desesperación
En este marco, el anuncio de suspender las retenciones por apenas 40 días es un claro ejemplo de la lógica del Gobierno:
-
Transitoriedad. Todo es parche, nada es regla de juego estable.
-
Desesperación. Se busca liquidar dólares a cualquier precio y ganar tiempo electoral.
-
Incoherencia. Si el dólar oficial a $1.475 con retenciones 0% equivale a un dólar de $1.900 con derechos del 30%, el propio Gobierno está admitiendo que el tipo de cambio está atrasado.
¿Alguien en el mercado cree que el dólar debe valer menos de $1.900? Nadie.
Pan para hoy, hambre para mañana
Una política económica de manotazos
La secuencia es clara:
-
Se busca financiamiento externo en condiciones cada vez más comprometidas.
-
Se recurre a medidas discrecionales de cortísimo plazo para arañar dólares.
-
Se condiciona toda estrategia al calendario electoral.
En el corto plazo, quienes especulan con bonos y acciones pueden encontrar oportunidades. Pero la dinámica es la misma: “hoy ganás, mañana perdés”, sin horizonte claro, sin consistencia y con creciente riesgo de colapso.
El Gobierno no está construyendo un programa económico: está respirando con tubo de oxígeno prestado y cada día más corto.