septiembre 22, 2025

El manotazo de ahogado de Milei: Tesoro de EE.UU., retenciones y elecciones

 El Gobierno insiste en mostrar que conserva el control de la situación económica, pero las señales que emite revelan lo contrario: improvisación, desesperación y una peligrosa dependencia de prestamistas externos y medidas transitorias que minan la credibilidad.

El Tesoro de EE.UU. como prestamista de “recontra última instancia”

La comparación es clara: el FMI es prestamista de última instancia; cuando un país acude a él, suele ser porque ya se agotaron las fuentes de financiamiento privadas y la crisis está instalada. Pero ahora, el oficialismo plantea como alternativa acudir al Tesoro de Estados Unidos, lo que equivale a la “última bocanada de aire” antes del ahogo definitivo.
No será un salvataje que devuelva la confianza, sino apenas un respiro fugaz –si llega– que terminará profundizando la falta de credibilidad en la política económica.

Encuestas y el golpe político en Buenos Aires

En paralelo, las encuestas anticipan un escenario adverso: en la Provincia de Buenos Aires, José Luis Espert arranca 11 puntos abajo de Tatiana y sin margen para crecer. El interior no aparece como un contrapeso: salvo cinco provincias, en el resto el desempleo subió tanto o más que en el conurbano, lo que adelanta un voto castigo extendido.
El peso electoral de Buenos Aires es decisivo: ni sumando Córdoba, Santa Fe, CABA, Mendoza y Tucumán se alcanza la magnitud de votantes bonaerenses. En el norte, la LLA directamente muestra un derrumbe en intención de voto.

Retenciones: el síntoma de la desesperación

En este marco, el anuncio de suspender las retenciones por apenas 40 días es un claro ejemplo de la lógica del Gobierno:

  • Transitoriedad. Todo es parche, nada es regla de juego estable.

  • Desesperación. Se busca liquidar dólares a cualquier precio y ganar tiempo electoral.

  • Incoherencia. Si el dólar oficial a $1.475 con retenciones 0% equivale a un dólar de $1.900 con derechos del 30%, el propio Gobierno está admitiendo que el tipo de cambio está atrasado.

¿Alguien en el mercado cree que el dólar debe valer menos de $1.900? Nadie.

Pan para hoy, hambre para mañana

El incentivo a liquidar soja bajo estas condiciones es, en el mejor de los casos, pan para hoy y hambre para mañana. Los productores saben que este es un esquema transitorio y que cualquier decisión de venta ahora los dejará en una situación más frágil después de octubre.
La conclusión es obvia: nadie invierte en un país donde las reglas cambian cada 40 días y donde el propio Estado muestra que considera barato un dólar de $1.900.

Una política económica de manotazos

La secuencia es clara:

  1. Se busca financiamiento externo en condiciones cada vez más comprometidas.

  2. Se recurre a medidas discrecionales de cortísimo plazo para arañar dólares.

  3. Se condiciona toda estrategia al calendario electoral.

En el corto plazo, quienes especulan con bonos y acciones pueden encontrar oportunidades. Pero la dinámica es la misma: “hoy ganás, mañana perdés”, sin horizonte claro, sin consistencia y con creciente riesgo de colapso.

El Gobierno no está construyendo un programa económico: está respirando con tubo de oxígeno prestado y cada día más corto.

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