diciembre 23, 2024

"Un Año de Contrastes: Avances, Tensiones y Grandes Interrogantes"

El primer año del gobierno de Javier Milei presenta un balance positivo, aunque no exento de luces y sombras. En el plano social, uno de los logros más destacados ha sido la eliminación de los piquetes, resultado de un exponencial aumento en las Asignaciones Universales por Hijo (AUH) y la eliminación de intermediarios en su distribución. Esta medida no solo garantizó una paz social notable, sino que también marcó un cambio de paradigma en la relación entre el Estado y los sectores más vulnerables.

En el ámbito económico, la desregulación avanza de manera lenta pero sostenida, con la promesa de rendir frutos a mediano plazo. Sin embargo, el gobierno enfrenta una encrucijada: construir reputación macroeconómica o fortalecer su base política. Este dilema se manifiesta en la estrategia de mantener la inflación en descenso a costa de retrasar el dólar, una decisión riesgosa en un contexto global donde las monedas emergentes enfrentan presiones devaluatorias. A pesar de estos desafíos, el equilibrio fiscal se logró gracias a ajustes en áreas clave como las jubilaciones, los salarios, las transferencias a las provincias y la obra pública.

No obstante, también hay áreas oscuras. La insistencia del gobierno en designar a Lijo y García Mansilla en la Corte Suprema por decreto ha generado cuestionamientos sobre el respeto a las instituciones democráticas. Asimismo, la intolerancia hacia la crítica, sea o no constructiva, envía una señal preocupante. El estilo de gobernar parece no admitir matices: es blanco o negro, amigo o enemigo, incluso con quienes hasta hace poco formaban parte de su círculo cercano.

El horizonte 2025 trae consigo nuevos desafíos, con las elecciones de medio término como un factor determinante en la agenda política. El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y las posibles ventajas de la buena relación de Milei con Donald Trump serán elementos clave en este escenario. Mientras tanto, grandes interrogantes persisten en torno a la economía real, la producción y el empleo, áreas que requieren atención prioritaria.

En síntesis, el balance del primer año de gobierno es positivo dentro de un contexto condicionado por la herencia recibida. Sin embargo, el camino por delante está plagado de retos. Le deseamos éxito a la gestión, pero el país sigue esperando respuestas concretas en términos de desarrollo sostenible y bienestar para todos.

diciembre 16, 2024

La Fragilidad Cambiaria del Peso Argentino: Realidad o Ilusión?

El tipo de cambio real ajustado por inflación minorista refleja una marcada apreciación del peso argentino durante 2024, estableciendo niveles históricos de encarecimiento frente al dólar estadounidense (-55%/-59%) y el real brasileño (-65%) con los valores actuales del tipo de cambio nominal. Estos registros superan ampliamente los máximos anteriores de abril, lo que plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de la situación cambiaria en el mediano plazo.

Desde el inicio de la actual administración, la evolución del tipo de cambio nominal ha seguido una trayectoria temporal con forma de “M” asimétrica. Este patrón responde a una combinación de políticas monetarias y fiscales que se han implementado en tres etapas diferenciadas, impactando de manera desigual en las variables clave de la economía. Durante la primera etapa (enero-abril), una política monetaria altamente contractiva redujo drásticamente los agregados monetarios en términos reales frente a una inflación acumulada del 106,9%. Este ajuste provocó un colapso en la disponibilidad de pesos, lo que redujo tanto la demanda de dólares como la actividad económica.

En la segunda etapa (mayo-julio), el Banco Central adoptó una postura expansiva que incrementó significativamente la base monetaria y otros indicadores monetarios en términos reales. Esto favoreció el desarme de plazos fijos, la acumulación de efectivo y la compra de dólares en los mercados paralelos, generando una ampliación de la brecha cambiaria.

La tercera etapa (agosto-diciembre) se caracteriza por una política monetaria neutral, con la base monetaria creciendo al mismo ritmo que la inflación. Sin embargo, el crédito al sector privado y los depósitos a plazo han crecido notablemente, lo que representa un riesgo latente para la estabilidad cambiaria y la desinflación futura. Aunque el tipo de cambio paralelo ha permanecido relativamente estable en esta fase, el aumento de los pesos disponibles podría derivar en una presión sobre el dólar si los ahorristas deciden trasladar sus tenencias de pesos hacia el mercado cambiario.

Además, factores transitorios han contribuido a la oferta de divisas, como el desahorro de los agentes económicos, las moratorias y blanqueos fiscales, y la venta de dólares para cubrir gastos corrientes. Sin embargo, estos mecanismos tienen un carácter limitado en el tiempo, lo que genera dudas sobre su capacidad para sostener el actual equilibrio cambiario. En este contexto, el gobierno busca atraer financiamiento externo e inversiones extranjeras para compensar la reducción de la oferta transitoria de dólares.

El principal riesgo es que la demanda de dólares crezca antes y más rápidamente que la oferta, lo que podría desencadenar un salto cambiario y un repunte inflacionario. La emisión monetaria, tanto por parte del Banco Central como de los bancos privados a través del crédito, exacerba este riesgo. Aunque la actual estabilidad cambiaria ha sido celebrada, su fragilidad estructural queda evidenciada por la continuidad del cepo cambiario y la desconfianza generalizada hacia el peso como reserva de valor.

En conclusión, el escenario cambiario actual se sostiene sobre pilares frágiles y transitorios. La apreciación del peso, lejos de ser un fenómeno estructural, está condicionada por factores coyunturales que podrían revertirse rápidamente, generando desequilibrios en el mercado cambiario y una nueva aceleración inflacionaria. Un ajuste coordinado de políticas fiscales, monetarias y cambiarias es imprescindible para evitar que el actual “downshooting” cambiario se convierta en una fuente de inestabilidad económica en el futuro cercano.

diciembre 09, 2024

Argentina: Radiografía de la Economía tras 11 Meses de Gestión

A casi un año del inicio de la presidencia de Javier Milei, los indicadores económicos presentan un panorama complejo, marcado por avances marginales, persistentes desafíos estructurales y un escenario internacional poco favorable. En este contexto, el gobierno enfrenta una delicada encrucijada entre implementar reformas que sostengan el programa económico y gestionar la presión de una economía que parece atrapada en un ciclo de recuperación débil y vulnerable.

Una Economía Atada a Factores Externos

El desempeño de la economía argentina no se puede aislar del entorno global. La desaceleración en el crecimiento de las principales economías, como Estados Unidos, China y la Unión Europea, limita la tracción de los mercados internacionales. Esto, combinado con la caída de los precios de los commodities y tasas de interés internacionales persistentemente altas, deja a Argentina con un margen de maniobra restringido. La depreciación de monedas emergentes, incluida la brasileña, añade presión sobre la estabilidad cambiaria y la desinflación, pilares fundamentales de la estrategia oficial.

Los Desafíos del Modelo Cambiario y el Riesgo País

El tipo de cambio paralelo ha mostrado una relativa estabilidad reciente, atribuida más a factores transitorios que a fundamentos sólidos. Sin embargo, el riesgo país sigue siendo elevado, lo que encarece el financiamiento externo y complica la renovación de vencimientos de deuda. La expectativa de apertura del cepo cambiario se enfrenta a las limitaciones de reservas y al temor de repetir errores pasados, como los experimentados durante el gobierno de Mauricio Macri.

Consumo, Inversión y Sector Productivo: Tres Talones de Aquiles

El consumo masivo continúa en niveles históricamente bajos, afectado por la erosión del poder adquisitivo y el impacto de las tarifas en los ingresos familiares. Si bien hubo un repunte puntual en algunos indicadores de consumo en octubre, el contexto general sigue siendo de contracción. En el ámbito de la inversión, los números son desalentadores: la caída en la construcción y en bienes de capital refleja la incertidumbre macroeconómica y la falta de incentivos para proyectos de largo plazo.

Por su parte, la industria manufacturera muestra signos de recuperación, aunque débiles y desiguales. Sectores vinculados a la construcción, como la industria PYME, continúan en retroceso debido a costos elevados y problemas de ventas. El desempeño de la actividad industrial recuerda los ciclos de breve auge seguidos de estancamiento que han caracterizado la última década.

Ajuste Fiscal: ¿Sustentabilidad o Ilusión Contable?

El ajuste fiscal del gobierno de Milei es de una magnitud sin precedentes, con una reducción drástica en el gasto de capital que ha afectado a la obra pública y, por ende, a la construcción. Aunque las cuentas fiscales muestran signos de superávit, la inclusión de partidas por intereses y mecanismos contables cuestionan la transparencia de estos resultados. En este contexto, las opciones futuras para el manejo de la deuda son limitadas y potencialmente disruptivas: default, reperfilamiento o emisión monetaria con consecuencias inflacionarias.

Proyecciones 2025-2026: Entre el Estancamiento y la Incertidumbre

El panorama para los próximos años no es alentador. La expectativa de crecimiento global sigue siendo baja, lo que reduce las oportunidades de exportación. Además, los precios de los commodities continuarían en tendencia bajista, limitando la capacidad de generación de divisas. La inversión, clave para cualquier recuperación sostenible, sigue rezagada y no muestra señales de revertir su comportamiento estructuralmente débil.

Balance y Futuro: Una Gestión Polarizada

A 11 meses de su inicio, la administración Milei divide opiniones casi en partes iguales. La estabilidad alcanzada en algunos indicadores contrasta con la profundidad de los desafíos pendientes. La falta de un proceso de recuperación virtuoso y sostenible evidencia los límites de un modelo que, si bien busca correcciones profundas, enfrenta resistencias internas y externas que podrían frenar sus objetivos.

El camino por delante requerirá no solo ajustes económicos, sino también consensos políticos que permitan una implementación efectiva de las reformas estructurales. Sin estos elementos, el riesgo de caer en un nuevo ciclo de ajuste perpetuo y volatilidad macroeconómica seguirá siendo alto, hipotecando las posibilidades de un crecimiento genuino y sostenido.

diciembre 02, 2024

Editorial: Argentina y el Imperativo de un Escenario Internacional Amigable

Argentina enfrenta una encrucijada económica donde las decisiones internas y el contexto internacional se entrelazan para determinar el éxito o el fracaso de su rumbo. Aunque el desempeño económico doméstico es el factor preponderante, el escenario global puede actuar como un catalizador positivo o un detonante de crisis. Para el gobierno de Javier Milei, los próximos años dependerán críticamente de que el entorno internacional sea al menos neutral, si no favorable. Este es un análisis de las claves que condicionan esta dinámica y sus implicancias para el futuro.

1. El Rol del Escenario Internacional: Riesgos y Oportunidades

Un contexto global adverso podría exacerbar los desafíos de estabilidad cambiaria, desinflación y refinanciamiento de la deuda, pilares sobre los que descansa la estrategia económica de Milei. Aunque Argentina ha mostrado señales de recuperación, esta es frágil, desigual y dependiente de factores externos. Por tanto, un escenario favorable en 2025-2026 será esencial no solo para evitar shocks, sino también para consolidar un crecimiento sostenido.

La necesidad de un acuerdo con el FMI resalta este punto. Con vencimientos relativamente bajos en 2025 (USD 3.037 millones), hay margen para negociar sin urgencias extremas. Sin embargo, un entorno global desfavorable podría dilatar acuerdos, dificultando el acceso a mercados y la reducción del Riesgo País, cuyo nivel actual (730-750 puntos básicos) es insostenible para un refinanciamiento efectivo.

2. Refinanciamiento de Deuda: Un Desafío Monumental

Los vencimientos de deuda en dólares suman USD 11.290 millones en 2025, con una carga concentrada en la primera mitad del año. Sin un Riesgo País más bajo, el gobierno enfrentará dificultades para refinanciar estas obligaciones y podría verse obligado a optar por canjes que generen tensiones adicionales. Además, los vencimientos del swap con China (USD 2.851 millones) subrayan la necesidad de relaciones bilaterales estratégicas. Una guerra comercial entre Estados Unidos y China podría poner a Argentina en una posición incómoda, forzándola a elegir entre bloques geopolíticos.

3. Apertura del CEPO y Control de la Inflación

Un acuerdo con el FMI y la consecuente reducción del Riesgo País son esenciales para descomprimir la demanda de dólares y abrir gradualmente el CEPO. Sin embargo, esta estrategia depende de que no haya turbulencias externas que impulsen el tipo de cambio y, por ende, la inflación. Aunque el gobierno aspira a un escenario donde el dólar se debilite y los precios de los commodities se fortalezcan, el panorama actual es sombrío, con monedas emergentes debilitándose y precios bajistas para los principales productos de exportación.

4. Contexto Geopolítico y Riesgos Políticos

La política exterior de Milei, alineada con Israel, la OTAN y Ucrania, podría complicarse en un mundo donde figuras como Donald Trump adoptan posturas opuestas. Este desalineamiento podría limitar el acceso a financiamiento fresco y aumentar las tensiones internas, especialmente en un año electoral como 2025, donde la estabilidad económica será determinante para las chances del oficialismo.

5. Inversión y Gobernabilidad: Una Relación Crítica

El gobierno de Milei enfrenta un desafío histórico: mantener el superávit fiscal y reducir la inflación de manera sostenible durante un horizonte de 4 a 8 años. Sin embargo, la inversión privada, clave para la recuperación económica, ha mostrado un desempeño decepcionante en los primeros meses de su gestión. La falta de inversión en equipo importado y construcción refleja la debilidad de las expectativas del sector privado.

Un contexto internacional desfavorable agravaría esta situación, hundiendo la actividad económica en una recesión más prolongada, como ocurrió tras la crisis del Tequila en 1995 o el colapso de Lehman Brothers en 2008. Por el contrario, un entorno amigable podría fomentar reformas estructurales y mejorar la gobernabilidad, elementos imprescindibles para sostener el modelo económico de Milei.

Conclusión: Un Camino de Largo Plazo

El plan económico de Milei debe evaluarse con una perspectiva de largo plazo. Reducir la inflación a niveles del 3% anual y estabilizar el tipo de cambio son objetivos que requieren constancia y tiempo. Sin embargo, para tener éxito, Argentina necesita un mundo que no complique. La experiencia demuestra que el financiamiento externo no es garantía de solución; más bien, puede convertirse en una fuente de inestabilidad si no está acompañado de políticas sólidas y un entorno global favorable.

El desafío para el gobierno es monumental, y la apuesta por un escenario internacional positivo no solo es estratégica, sino necesaria para evitar el péndulo político y consolidar una economía más estable y equitativa. En definitiva, la sostenibilidad del modelo Milei dependerá tanto de decisiones internas valientes como de vientos internacionales que soplen a favor.

noviembre 20, 2024

Argentina, Entre la Fiesta Financiera y la Realidad Económica

En el último año, los bonos de la deuda soberana argentina han experimentado un salto notable en los mercados, pasando de US$27 a US$66 por cada US$100 nominales, lo que implica una suba del 144% desde las elecciones primarias de 2023. Esta “fiesta financiera” parece haber encontrado su combustible en tres pilares: el superávit fiscal, el blanqueo de capitales y la contención del tipo de cambio. Sin embargo, surge una pregunta inevitable: ¿qué tan sostenibles son estos logros, y cuánto realmente impactarán en la vida de las familias argentinas?

El superávit fiscal logrado en los primeros diez meses del año envió señales positivas a los mercados, sumándose a un blanqueo que superó todas las expectativas, con más de US$20.000 millones depositados por contribuyentes en el sistema financiero. Estos fondos, lejos de ser retirados inmediatamente, han quedado mayormente en los bancos, dando a entender que muchos ahorristas consideran más seguro resguardar su dinero en el sistema formal. Además, los depósitos en dólares han alcanzado un nivel superior a los US$30.000 millones, mostrando un contexto de recuperación del crédito que da un respiro a las entidades financieras.

Al mismo tiempo, el Banco Central ha aprovechado esta calma para acumular reservas. Solo en octubre adquirió más de US$1.500 millones, y la tendencia parece continuar en noviembre. Esto se suma a un nuevo escenario donde las exportaciones del sector agropecuario se adelantan, motivadas por la estabilidad cambiaria y la promesa de un ajuste más moderado en el tipo de cambio oficial. Los dólares financieros han caído considerablemente, reduciendo la presión sobre los precios internos y permitiendo al gobierno evitar una devaluación significativa que afectaría a los ingresos de las familias.

Sin embargo, aunque la estabilidad cambiaria ha ayudado a contener la inflación en alimentos y otros bienes, el impacto en el bolsillo de la mayoría sigue siendo limitado. Si bien los salarios han mostrado cierta recuperación, el ingreso disponible continúa rezagado frente a un incremento en los gastos fijos del hogar. En términos reales, las familias hoy destinan una mayor proporción de su presupuesto a servicios esenciales como electricidad, gas, agua y transporte, los cuales han subido mucho más que los sueldos.

Aquí emerge la gran pregunta que muchos economistas y ciudadanos se hacen: ¿cuánto de esta bonanza financiera llegará a derramar en el consumo y la actividad económica general? La evidencia sugiere que el impacto directo sobre el consumo familiar sigue siendo acotado, ya que, aunque los salarios se recuperan en cierta medida, el aumento de los costos fijos del hogar impide que los argentinos sientan realmente una mejora en su calidad de vida.

Esta situación evidencia una paradoja en la economía argentina. La estabilidad cambiaria y el éxito en los mercados financieros, que indudablemente han traído alivio a ciertos sectores, no se traducen automáticamente en mejoras para el grueso de la población. El incremento en el valor de los bonos y el boom en la bolsa, impulsados en parte por el ingreso de capitales blanqueados y el flujo de dinero hacia instrumentos en pesos de corto plazo, son indicadores de optimismo entre los inversores, pero no necesariamente de un cambio estructural que garantice el crecimiento económico a largo plazo.

Mientras tanto, el gobierno se enfrenta a un delicado equilibrio. Por un lado, busca mantener la estabilidad cambiaria y evitar una devaluación abrupta que desate un nuevo ciclo inflacionario, afectando los salarios y los ahorros en pesos. Por otro lado, debe lidiar con una economía real que sigue mostrando signos de debilidad, con un consumo limitado y un mercado laboral que no termina de consolidarse en términos de poder adquisitivo.

Para muchos hogares argentinos, la fiesta financiera es algo ajeno. La mejora en los indicadores macroeconómicos y el optimismo en los mercados no necesariamente se traduce en una vida cotidiana más fácil. La deuda aún es alta, y el peso de los gastos fijos absorbe una gran parte de los ingresos familiares, limitando el crecimiento del consumo interno. En este contexto, la economía argentina parece estar construyendo una recuperación que, aunque visible en el ámbito financiero, no termina de reflejarse en el bolsillo de la gente.

Este escenario abre una reflexión importante sobre la sostenibilidad de este modelo. Si bien los esfuerzos del gobierno en mantener la estabilidad cambiaria y fortalecer las reservas han mostrado resultados positivos a corto plazo, la economía argentina necesita que esta bonanza se traduzca en una recuperación real del poder adquisitivo y el consumo interno. La pregunta que queda es si esta nueva estabilidad logrará finalmente mejorar la situación de la clase media y los sectores más vulnerables, o si simplemente quedará como un beneficio reservado para los grandes jugadores del mercado financiero.

En última instancia, el desafío será pasar de una fiesta financiera a una recuperación económica inclusiva y duradera.

noviembre 11, 2024

Crisis y Desafíos en el Sector PyME: Un Alarma para la Economía Nacional

La situación de las pequeñas y medianas empresas (PyMEs) en Argentina atraviesa uno de los momentos más críticos en años recientes. Con 16,500 cierres en lo que va de 2024, según el Frente Productivo Nacional, el sector enfrenta una tormenta de adversidades marcadas por la recesión económica, el desplome del consumo, el alza de costos operativos y un tipo de cambio que dificulta la competitividad exportadora. La Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) estima que las ventas de comercios PyME han caído un alarmante 13,2%, una cifra que subraya el impacto que el enfriamiento económico tiene sobre el consumo.

Este contexto de recesión no solo afecta las estadísticas de ventas, sino que también golpea directamente al empleo y al funcionamiento de los pequeños comercios. Alrededor de 10,000 kioscos y almacenes cerraron sus puertas, mientras que 160,000 puestos de trabajo han desaparecido en el sector, evidenciando el nivel de crisis que golpea al país. A pesar de algunos avances sectoriales en septiembre, la industria sigue operando por debajo de sus niveles de producción previos y en un marco de incertidumbre que impide un crecimiento sostenido.

La situación de las PyMEs empeoró especialmente en el segundo semestre de este año. Entre julio y octubre, otras 6,500 empresas dejaron de operar, sumándose a las 10,000 que habían cerrado en los primeros seis meses del año. La Asociación de Empresarios y Empresarias Nacionales para el Desarrollo Argentino (ENAC) ha advertido que las condiciones económicas no han mejorado para revertir esta tendencia, y que sin cambios sustanciales, el sector podría enfrentar un escenario todavía más adverso.

El consumo interno, especialmente en productos de primera necesidad, ha sido uno de los grandes perjudicados. La Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (Ciccra) informó que las ventas de carne vacuna cayeron un 12,3% en los primeros nueve meses del año, alcanzando el nivel más bajo en 26 años. Este declive es solo uno de los indicadores que muestran cómo los hogares argentinos ajustan su gasto, afectando a toda la cadena de producción y distribución, desde el productor hasta el minorista.

A estos desafíos estructurales se suman problemas recurrentes como la alta carga impositiva y el aumento de costos en servicios básicos. La Confederación Federal PyME señala que la presión fiscal es ya insostenible, y los empresarios recalcan que cualquier alivio fiscal o subsidio en tarifas significaría un respiro fundamental. Sin embargo, a pesar de los reclamos, no se ha aprobado una "Ley PyME" que alivie estas cargas, y las iniciativas como el Régimen de Incentivo y Generación de Ingresos (RIGI), anunciadas por el jefe de Gabinete Guillermo Francos, parecen no tener una implementación inmediata.

Mientras tanto, el presidente Javier Milei ha mantenido un discurso optimista sobre la economía, declarando que "la recesión ha terminado" y que el país ha iniciado una etapa de crecimiento. Estas palabras, sin embargo, han sido recibidas con escepticismo por el sector industrial y las PyMEs, que observan un panorama bien distinto. Los datos muestran una caída interanual del 3,8% en agosto, y aunque se registró un leve avance del 0,2% respecto a julio, el acumulado del año aún presenta una contracción del 3,1%, demostrando que el camino hacia la recuperación es largo y plagado de dificultades.

La economía argentina enfrenta una encrucijada donde las PyMEs, un motor fundamental para la creación de empleo y dinamización de la economía local, necesitan medidas urgentes y concretas. Sin un cambio profundo en las políticas que respalden y fortalezcan este sector, el país podría ver cómo se profundiza la crisis, afectando la vida de millones de argentinos. 

noviembre 04, 2024

"Recuperación Estadística sin Sólidos Fundamentos en la Economía Argentina"

El panorama económico argentino sigue dominado por incertidumbres, pese a las declaraciones optimistas del gobierno. Según el Indicador Líder (IL) de la Universidad Torcuato Di Tella, que anticipa cambios en el ciclo económico, en septiembre de 2024 la probabilidad de salir de la recesión fue solo del 7,6%. Además, el Índice de Difusión mostró que, de los diez componentes del IL, únicamente cuatro presentaban avances significativos. Si bien estos datos reflejan una leve mejoría frente a meses anteriores, las comparaciones interanuales arrojan una caída de más del 11% respecto a septiembre de 2023, lo que subraya que la economía está lejos de una recuperación sostenida.

Las estadísticas del sector real confirman esta falta de robustez. Aunque sectores como el automotriz muestran cierta reactivación, otros clave, como la construcción, la industria manufacturera y, especialmente, las pequeñas y medianas empresas (pymes), siguen atravesando dificultades. En términos de ventas minoristas, la contracción es evidente, reflejando una debilidad en el consumo que afecta a la mayoría de los agentes económicos. El gobierno presenta esta leve reactivación como un signo de crecimiento, pero lo cierto es que la base de comparación baja de 2023 facilita que las cifras actuales se vean mejor de lo que son en realidad.

Históricamente, la economía argentina ha atravesado episodios de rebote estadístico tras devaluaciones y shocks inflacionarios. Al revisar los últimos cinco procesos devaluatorios, incluido el más reciente bajo la gestión de Javier Milei, se observa que la recuperación posterior a estas caídas tiende a ser breve y desigual. La última devaluación ha generado una reactivación en algunos sectores, pero esta no ha alcanzado a toda la economía de manera uniforme. De hecho, el ritmo de recuperación comenzó a moderarse en agosto de 2024, y la actividad económica actual no supera los niveles promedios de recuperaciones anteriores.

La posibilidad de una recuperación fuerte y sostenida parece remota. En el mejor de los casos, y siempre que no haya una depreciación abrupta del peso ni un incremento de la inflación, se espera una mejora paulatina en la producción y las ventas. Sin embargo, estas no se traducirán en un “boom” económico, sino que serán más bien el reflejo de un rebote sobre una base deprimida.

El fenómeno del "carry trade" es un riesgo latente que contribuye a esta inestabilidad. Los depósitos a plazo fijo en pesos han crecido notablemente en los últimos meses, superando ampliamente la inflación y reflejando una preferencia por el peso en el corto plazo. Sin embargo, esta situación es reversible; una vez que estos depósitos se conviertan en demanda de dólares, el tipo de cambio paralelo podría volver a dispararse. Esta amenaza de suba del dólar paralelo y ampliación de la brecha cambiaria es un riesgo latente y difícil de controlar en el actual contexto económico.

En este escenario, el consumo sigue deprimido, afectado por el retroceso en el poder adquisitivo de los salarios. La inflación en dólares ha superado el aumento salarial, generando una pérdida de poder adquisitivo, particularmente en el sector público, lo cual se traduce en una demanda debilitada en casi todos los rubros de consumo. La contracción en el consumo es un indicador adicional de que la recuperación es frágil y limitada a ciertos sectores.

En conclusión, la economía argentina enfrenta una “recuperación” caracterizada por la heterogeneidad y la falta de sostenibilidad. Las estadísticas macroeconómicas positivas responden en gran medida al efecto de una base de comparación baja y no reflejan una mejora genuina en el bienestar económico. Ante un contexto de inestabilidad cambiaria y presiones inflacionarias, el gobierno se enfrenta a un desafío mayúsculo para mantener una narrativa de crecimiento, aunque la realidad indique que este es más bien un rebote estadístico que una expansión sólida y duradera.

octubre 28, 2024

La economía argentina enfrenta un momento crítico en el que el desempeño de la actividad productiva actual y las perspectivas de salir del ciclo recesivo en el corto plazo determinarán si el programa económico en curso puede sostenerse o si inevitablemente colapsará. En esta encrucijada, el débil crecimiento y la inversión en niveles bajos amenazan la posibilidad de consolidar la estabilidad monetaria y cambiaria que el país necesita para evitar un eventual colapso. Hoy, los indicadores sectoriales, tanto en la industria como en la construcción, el comercio minorista, y la actividad PYME, revelan una economía que, lejos de recuperarse, continúa en retroceso. Las estadísticas de septiembre 2024 indican una economía estancada y con signos claros de deterioro en los sectores productivos. El índice de construcción muestra caídas interanuales marcadas, reflejando la falta de actividad en un sector vital para la generación de empleo y crecimiento económico. A su vez, la industria, medida por el IPI de FIEL, ha perdido el impulso observado en los meses anteriores. Con un crecimiento acumulado de solo +0,03% en dos meses, la industria se encuentra lejos de poder generar un cambio significativo en la actividad económica. Además, al analizar los datos desestacionalizados de la producción industrial, se observa que el nivel de actividad actual se encuentra significativamente por debajo de los picos alcanzados en años anteriores, incluyendo la administración anterior. Solo los sectores de alimentos y combustibles muestran signos positivos, mientras que otras áreas fundamentales como plásticos, metales y automóviles registran caídas de dos dígitos en comparación con el año anterior. El Índice Líder de la UTDT subraya aún más este pesimismo: una probabilidad de apenas 7.6% de que el país salga de la recesión en los próximos meses refleja un escenario sombrío para la economía real. Los pocos sectores con desempeño positivo no son suficientes para generar una recuperación sólida, y la actividad económica no muestra señales de fortalecimiento. Las ventas minoristas, por ejemplo, han experimentado una baja sostenida, y el cierre de locales en la Ciudad de Buenos Aires es un síntoma de que el consumo está lejos de los niveles necesarios para estimular la economía. La creciente cantidad de comercios cerrados señala un deterioro en la demanda, y la falta de rentabilidad en el sector minorista afecta no solo a los propietarios de estos negocios, sino también al mercado inmobiliario de locales comerciales. El impacto de la apreciación cambiaria en este contexto es alarmante. La reducción del valor del dólar en términos constantes, que supera los niveles de abril 2024, genera incentivos contraproducentes para las exportaciones y desincentiva la inversión extranjera en sectores estratégicos. En este contexto, un tipo de cambio bajo solo es sostenible en una economía con un Estado menos presente y un sector privado altamente productivo, características que actualmente Argentina no posee. La disminución de la competitividad derivada de este tipo de cambio afecta negativamente a la economía real y retrasa cualquier posible recuperación. La inversión privada, fundamental en el programa económico del actual gobierno, muestra una caída sustancial. Con una contracción interanual del 25.8% en agosto, la inversión se ubica en niveles críticos para sostener la economía a largo plazo. Este descenso es un claro reflejo de la falta de confianza en el futuro económico del país y la incapacidad del programa económico de generar las condiciones necesarias para un crecimiento sostenible. El bajo nivel de inversión afecta no solo la producción actual, sino también la capacidad de crecimiento futuro. Frente a estas cifras, es evidente que la disociación entre la economía financiera y la economía real no puede mantenerse indefinidamente. La actual estabilidad financiera es, en gran medida, una ilusión sostenida por expectativas que no encuentran respaldo en la economía real. Las acciones de empresas pueden elevarse solo hasta cierto punto si no hay crecimiento en las ganancias reales de estas compañías; sin embargo, cuando las empresas no producen, venden ni generan ingresos en forma sostenida, los valores bursátiles eventualmente caen. Del mismo modo, el valor de los bonos depende del crecimiento real: sin crecimiento genuino, el repago de deudas es cada vez más difícil y los valores de los bonos se desploman. La falta de "magia" o "fuerzas celestiales" que sostengan estos precios sin un respaldo tangible deja a la economía en una posición frágil, donde cualquier desajuste puede desencadenar una crisis de confianza. En conclusión, los datos y proyecciones actuales muestran que el programa económico enfrenta un riesgo significativo de fracasar si no se consolida una recuperación económica real. Sin un crecimiento tangible en la actividad y la inversión, los beneficios prometidos por el gobierno nunca se materializarán, y los costos continuarán afectando a la población sin ofrecer una mejora en el mediano o largo plazo. La actual paz cambiaria y monetaria es, en el mejor de los casos, temporal, y si la economía no logra despegar, el optimismo financiero que actualmente sostiene al país se desvanecerá, arrastrando consigo cualquier esperanza de estabilidad económica.

La economía argentina enfrenta un momento crítico en el que el desempeño de la actividad productiva actual y las perspectivas de salir del ciclo recesivo en el corto plazo determinarán si el programa económico en curso puede sostenerse o si inevitablemente colapsará. En esta encrucijada, el débil crecimiento y la inversión en niveles bajos amenazan la posibilidad de consolidar la estabilidad monetaria y cambiaria que el país necesita para evitar un eventual colapso. Hoy, los indicadores sectoriales, tanto en la industria como en la construcción, el comercio minorista, y la actividad PYME, revelan una economía que, lejos de recuperarse, continúa en retroceso. 

Las estadísticas de septiembre 2024 indican una economía estancada y con signos claros de deterioro en los sectores productivos. El índice de construcción muestra caídas interanuales marcadas, reflejando la falta de actividad en un sector vital para la generación de empleo y crecimiento económico. A su vez, la industria, medida por el IPI de FIEL, ha perdido el impulso observado en los meses anteriores. Con un crecimiento acumulado de solo +0,03% en dos meses, la industria se encuentra lejos de poder generar un cambio significativo en la actividad económica. Además, al analizar los datos desestacionalizados de la producción industrial, se observa que el nivel de actividad actual se encuentra significativamente por debajo de los picos alcanzados en años anteriores, incluyendo la administración anterior. Solo los sectores de alimentos y combustibles muestran signos positivos, mientras que otras áreas fundamentales como plásticos, metales y automóviles registran caídas de dos dígitos en comparación con el año anterior.

El Índice Líder de la UTDT subraya aún más este pesimismo: una probabilidad de apenas 7.6% de que el país salga de la recesión en los próximos meses refleja un escenario sombrío para la economía real. Los pocos sectores con desempeño positivo no son suficientes para generar una recuperación sólida, y la actividad económica no muestra señales de fortalecimiento. Las ventas minoristas, por ejemplo, han experimentado una baja sostenida, y el cierre de locales en la Ciudad de Buenos Aires es un síntoma de que el consumo está lejos de los niveles necesarios para estimular la economía. La creciente cantidad de comercios cerrados señala un deterioro en la demanda, y la falta de rentabilidad en el sector minorista afecta no solo a los propietarios de estos negocios, sino también al mercado inmobiliario de locales comerciales.

El impacto de la apreciación cambiaria en este contexto es alarmante. La reducción del valor del dólar en términos constantes, que supera los niveles de abril 2024, genera incentivos contraproducentes para las exportaciones y desincentiva la inversión extranjera en sectores estratégicos. En este contexto, un tipo de cambio bajo solo es sostenible en una economía con un Estado menos presente y un sector privado altamente productivo, características que actualmente Argentina no posee. La disminución de la competitividad derivada de este tipo de cambio afecta negativamente a la economía real y retrasa cualquier posible recuperación.

La inversión privada, fundamental en el programa económico del actual gobierno, muestra una caída sustancial. Con una contracción interanual del 25.8% en agosto, la inversión se ubica en niveles críticos para sostener la economía a largo plazo. Este descenso es un claro reflejo de la falta de confianza en el futuro económico del país y la incapacidad del programa económico de generar las condiciones necesarias para un crecimiento sostenible. El bajo nivel de inversión afecta no solo la producción actual, sino también la capacidad de crecimiento futuro.

Frente a estas cifras, es evidente que la disociación entre la economía financiera y la economía real no puede mantenerse indefinidamente. La actual estabilidad financiera es, en gran medida, una ilusión sostenida por expectativas que no encuentran respaldo en la economía real. Las acciones de empresas pueden elevarse solo hasta cierto punto si no hay crecimiento en las ganancias reales de estas compañías; sin embargo, cuando las empresas no producen, venden ni generan ingresos en forma sostenida, los valores bursátiles eventualmente caen. Del mismo modo, el valor de los bonos depende del crecimiento real: sin crecimiento genuino, el repago de deudas es cada vez más difícil y los valores de los bonos se desploman. La falta de "magia" o "fuerzas celestiales" que sostengan estos precios sin un respaldo tangible deja a la economía en una posición frágil, donde cualquier desajuste puede desencadenar una crisis de confianza.

En conclusión, los datos y proyecciones actuales muestran que el programa económico enfrenta un riesgo significativo de fracasar si no se consolida una recuperación económica real. Sin un crecimiento tangible en la actividad y la inversión, los beneficios prometidos por el gobierno nunca se materializarán, y los costos continuarán afectando a la población sin ofrecer una mejora en el mediano o largo plazo. La actual paz cambiaria y monetaria es, en el mejor de los casos, temporal, y si la economía no logra despegar, el optimismo financiero que actualmente sostiene al país se desvanecerá, arrastrando consigo cualquier esperanza de estabilidad económica.

octubre 21, 2024

El Veto al Financiamiento Universitario: El Punto de Quiebre del Ajuste en la Gestión Milei

 El veto a la movilidad jubilatoria y el veto al financiamiento de las universidades nacionales representan decisiones económicas que, aunque comparten una lógica de ajuste fiscal, tienen consecuencias muy diferentes en términos políticos y sociales. En 2024, el veto a la movilidad permitió un ahorro de 0,5% del PBI, una cifra que crecerá entre 0,5% y 0,7% en 2025. Sin embargo, el veto a las universidades generaría un ahorro significativamente menor, aproximadamente 0,14% del PBI, afectando a un sector de la sociedad que valora profundamente la educación universitaria, a diferencia de los jubilados, cuyo poder político y social es mucho más reducido.


El Congreso, en este caso, apoyó el veto del Poder Ejecutivo Nacional (PEN), gracias a una reconfiguración de apoyos políticos, principalmente del PRO y algunos sectores del radicalismo, quienes cambiaron su postura en cuestión de semanas. Este giro recuerda a las estrategias políticas en el fútbol, donde las divisiones inferiores (en este caso, las universidades) no solo forman jugadores, sino que también son espacios donde prolifera la corrupción.


El financiamiento universitario ha estado bajo la lupa durante años. Mientras que su porcentaje sobre el PBI ha variado, los niveles actuales rondan el 0,7%, con picos en 2015 y 2017. El recorte propuesto impactaría directamente en estudiantes, docentes y trabajadores no docentes, generando un punto de inflexión potencialmente crítico para el gobierno de Javier Milei. A diferencia de los jubilados, la universidad pública es un orgullo social en Argentina, una institución respetada tanto a nivel local como internacional. En este contexto, la UBA, situada entre las mejores universidades de América Latina, es un símbolo de la excelencia educativa argentina, como la selección nacional lo es en el fútbol.


El veto al financiamiento universitario no solo impacta a la clase media, el sector más golpeado por el actual plan económico debido a la inflación que afecta desproporcionadamente su patrón de consumo. También ataca una de las pocas instituciones que la clase media percibe como un beneficio tangible. Para esta clase, cada vez más ahogada por impuestos y servicios públicos deficientes, la educación universitaria es uno de los pocos servicios estatales que sienten que pueden "robarle" al Estado, convirtiendo a la universidad en una suerte de Robin Hood.

El descontento social está creciendo, alimentado por una inflación acumulada que supera ampliamente el promedio en sectores clave como vivienda, salud y transporte. A esto se suma el desgaste político que el gobierno de Milei está experimentando. Si bien ajustar a los jubilados puede tener bajos costos políticos, tocar el sistema universitario es otro cantar. La universidad pública tiene un impacto intertemporal, afectando tanto al presente como al futuro, e involucrando no solo a estudiantes, sino también a la clase política.

En este sentido, el veto universitario podría ser el detonante de un rechazo social y político de mayor envergadura, una movilización de calles y protestas que ni siquiera el ajuste a los jubilados logró provocar. En la esfera política, esta movida podría desencadenar un realineamiento de fuerzas, con sectores del PRO y el radicalismo buscando distanciarse del gobierno de Milei. La frágil coalición gobernante ya está mostrando signos de ruptura interna, y este conflicto podría acelerar el proceso.

En resumen, el veto al financiamiento de las universidades es un ajuste económico que, si bien genera un ahorro limitado, tiene el potencial de desencadenar una crisis política y social de gran magnitud. Mientras el gobierno de Milei sigue apostando a políticas de confrontación, el descontento crece, y el horizonte económico no muestra señales claras de mejora. La clase media, ya castigada por la inflación y la presión fiscal, podría encontrar en este veto el punto de quiebre que transforme el panorama político argentino.

octubre 10, 2024

CEPO y la Realidad Económica: Una Comparación Desafortunada

Recientemente, el Ministro de Economía, Luis Caputo, ha sugerido que el control de cambios (CEPO) puede ser compatible con el crecimiento económico, citando a China como ejemplo. Sin embargo, esta afirmación se desmorona al examinar detenidamente los hechos. Primero, China no ha experimentado crecimiento de dos dígitos desde 2010, contradiciendo directamente la afirmación del ministro. Además, el National Bureau of Statistics of China (NBSC) proyecta una disminución constante en su crecimiento económico, reflejando una tendencia global de desaceleración, previsible bajo las teorías estándar de crecimiento económico.

Es crucial distinguir entre control de capital y CEPO. Mientras China tiene un límite anual de $50,000 por persona, considerablemente más alto que su PBI per cápita, esto no impide que sus ciudadanos inviertan y ahorren de manera productiva. En contraste, en Argentina, donde los ahorros en dólares son comunes, el CEPO actúa como un obstáculo significativo. Este control distorsiona el mercado cambiario y desincentiva la inversión productiva, evidenciado por la disminución constante en la formación bruta de capital bajo distintas administraciones.

El levantamiento del CEPO se presenta como una condición necesaria para reactivar el crecimiento económico en Argentina. Sin embargo, no es suficiente por sí solo. La política macroeconómica debe acompañar esta medida con coherencia y prudencia para evitar fluctuaciones perjudiciales.

Caputo también ha mencionado la importancia de gestionar la salida del CEPO sin generar estrés económico ni social. Sin embargo, vincular la apertura del CEPO a niveles específicos de inflación demuestra un malentendido fundamental de las causas y efectos económicos. La inflación es una consecuencia directa del CEPO, no su causa, y condicionar su levantamiento a un nivel arbitrario de inflación es un error estratégico.

Además, la incertidumbre sobre la demanda futura de dólares y la oferta de dinero post-CEPO plantea riesgos significativos. Históricamente, la intervención excesiva del gobierno en el mercado cambiario ha generado distorsiones y crisis económicas prolongadas. La gestión económica debe abandonar enfoques mecanicistas y considerar la complejidad de la economía real, especialmente en un contexto global incierto.

En conclusión, la política económica argentina debe abandonar el CEPO para liberar el potencial económico y restaurar la confianza tanto interna como externamente. La incertidumbre y la timidez solo prolongan el sufrimiento económico y socavan las bases para un crecimiento sostenido. Es hora de adoptar medidas valientes y fundamentadas en principios económicos sólidos, dejando atrás las soluciones temporales que solo perpetúan los problemas estructurales.

septiembre 27, 2024

Javier Milei y el CEPO: ¿Transparencia o Discrecionalidad?

Esta semana, Javier Milei se sumó a una lista de presidentes argentinos que han marcado presencia en la Bolsa de Nueva York, abriendo la jornada bursátil como sus predecesores. Sin embargo, lo más destacado no fue el acto en sí, sino las nuevas condiciones propuestas por el presidente para levantar el CEPO.

Según Milei, el CEPO se eliminará cuando la inflación alcance el 0%. Pero, ¿qué significa realmente este "0%"? Milei desglosa la inflación reportada por el INDEC en tres partes: un 2,0% debido al crawling peg, un 0,5% por inflación importada, y un 1,5% de inflación mensual local. Esto implica que el CEPO se levantaría cuando la inflación medida por el INDEC sea del 2,5% mensual.

Sin embargo, las proyecciones del Banco Mundial sugieren que la inflación mundial será considerablemente menor, lo que ajustaría las cifras reales necesarias para levantar el CEPO a un 1,75% mensual según sus propios cálculos. Esta nueva metodología, aunque detallada, proporciona al gobierno una discrecionalidad significativa y abre la puerta a interpretaciones variables y excusas potenciales para mantener el CEPO cerrado.

Anteriormente, las condiciones para levantar el CEPO eran más simples y transparentes, basadas en la convergencia del crawling peg y el tipo de cambio paralelo al oficial. Estas reglas eran conocidas por todos los agentes económicos, ofreciendo certeza sobre cuándo podría levantarse el CEPO. Sin embargo, el gobierno enfrenta desafíos significativos bajo estas reglas actuales: el tipo de cambio oficial no alcanzaría los niveles necesarios hasta el segundo semestre de 2025, y la inflación local no muestra signos de convergencia al crawling peg.

Esta complejidad y falta de transparencia podrían socavar la credibilidad del gobierno, afectando la confianza del mercado y prolongando la incertidumbre sobre la apertura del CEPO. La persistencia del CEPO, como control máximo sobre el dólar y mínimo sobre el peso, refleja una escasez crónica de dólares en Argentina. Esta situación, lejos de ser causa de la inflación, es su consecuencia directa.

En conclusión, la decisión de Milei de ajustar las condiciones para levantar el CEPO plantea más interrogantes que certezas. La economía argentina enfrenta un escenario donde la discrecionalidad podría eclipsar la transparencia, aumentando las dificultades para restaurar la estabilidad económica. Mientras tanto, la población espera respuestas claras sobre el futuro del CEPO y sus implicaciones para la inflación y el tipo de cambio.

septiembre 23, 2024

El Presupuesto 2025 bajo la lupa: equilibrio fiscal o ajuste social

El presidente Javier Milei sorprendió al asistir al Congreso Nacional para presentar el proyecto de presupuesto 2025, siendo el primer mandatario en hacerlo personalmente. Este acto revela que los lineamientos principales del presupuesto provienen directamente de la máxima autoridad del Ejecutivo, en un esfuerzo por consolidar su impronta en la política económica del país. Este presupuesto es particularmente relevante por su enfoque en una supuesta regla de equilibrio fiscal que se presenta como el pilar central de la política fiscal futura.

El artículo 1 del proyecto establece que el Sector Público Nacional deberá mantener un resultado financiero equilibrado o superavitario desde 2025 en adelante. Ante cualquier desvío en los ingresos que ponga en peligro este equilibrio, el gasto deberá ajustarse proporcionalmente. Sin embargo, esta regla fiscal, aunque eficiente y clara en su formulación, adolece de problemas clave que podrían socavar su sostenibilidad en el largo plazo.

Virtudes y carencias de la regla fiscal

Entre las características que destacan, la regla es eficiente, sencilla, precisa y transparente, lo que facilita su comprensión y aplicación en el corto plazo. Además, busca institucionalizarse al incluirse tanto en la Ley de Presupuesto 2025 como en la Ley de Administración Financiera, otorgándole un marco legal más sólido. Sin embargo, hay falencias significativas. La regla no es robusta, ya que su cumplimiento depende de un contexto macroeconómico favorable, particularmente en términos de nivel de actividad y recaudación. Esto significa que, en caso de una caída en los ingresos, el ajuste del gasto discrecional tiene límites, lo que podría poner en riesgo la estabilidad fiscal.

Otro problema es la falta de institucionalidad plena. No se especifica claramente quién será el responsable de hacer cumplir la regla ni cuáles serán las sanciones por incumplimiento. Esta indefinición otorga una gran discrecionalidad al Poder Ejecutivo, lo que podría facilitar ajustes oportunistas según las necesidades políticas del momento. En resumen, el cumplimiento de esta regla fiscal dependerá más de la voluntad política que de un marco jurídico sólido.

El peso de la deuda y el ajuste social

Una de las principales consecuencias del proyecto de presupuesto 2025 es que los intereses de la deuda se convierten en el factor dominante del gasto público, dictando la necesidad de un superávit primario. Esto significa que el gasto primario, dividido en gasto fijo (jubilaciones, AUH, etc.) y gasto discrecional (subsidios, salarios, obra pública), quedará limitado por la carga del servicio de la deuda. Si los recursos son sobreestimados, el ajuste recaerá sobre áreas sensibles como la defensa, la seguridad, la educación universitaria y las transferencias a provincias.

 Además, si la inflación o la devaluación aumentan más de lo proyectado, el pago de intereses crecerá, exigiendo nuevos ajustes en el gasto primario. La alternativa a este ajuste sería incrementar la fiscalización y ampliar la base impositiva, lo que podría implicar nuevas cargas impositivas para los ciudadanos. En este escenario, el equilibrio fiscal no se "toca", pero los ciudadanos sí, quienes podrían recibir menos bienes y servicios públicos a cambio de los mismos o mayores impuestos.

Inconsistencias macroeconómicas y sobreestimaciones de ingresos

El presupuesto plurianual 2025-2027 asume una baja irrealista en la inflación y un tipo de cambio estable, algo difícil de sostener dada la expansión monetaria reciente. Esta expansión monetaria, combinada con la continuidad del CEPO cambiario, alimenta presiones inflacionarias y devaluatorias que pondrán en jaque las proyecciones del gobierno. Además, las proyecciones de crecimiento del PBI, que se espera que alcance un +5,2% anual en los próximos tres años, parecen excesivamente optimistas. Si estos supuestos no se cumplen, los ingresos fiscales serán menores de lo esperado, obligando a un ajuste aún mayor del gasto.

De hecho, el presupuesto proyecta un incremento de los ingresos corrientes del +34,5%, basado principalmente en los derechos de exportación e importación. Sin embargo, este crecimiento no parece consistente con las proyecciones de exportaciones e importaciones, ni con los precios internacionales de los commodities argentinos. La eliminación del impuesto PAIS también plantea desafíos para el dólar tarjeta y las reservas del Banco Central, poniendo más presión sobre la política cambiaria del gobierno.

Conclusión

El presupuesto 2025 de Javier Milei enfrenta serias dificultades para cumplir con su objetivo de equilibrio fiscal sin provocar un ajuste social significativo. La falta de robustez y de institucionalidad de la regla fiscal, sumada a proyecciones macroeconómicas optimistas y poco realistas, aumenta el riesgo de que el ajuste recaiga sobre los sectores más vulnerables de la sociedad. En última instancia, este presupuesto parece priorizar el pago de intereses de deuda sobre las necesidades básicas de los ciudadanos, lo que podría generar tensiones sociales y políticas a medida que el país avanza hacia 2025.

septiembre 16, 2024

Un presupuesto destinado a un ajuste perpetuo

Introducción

El reciente show de la presentación del presupuesto por parte del Gobierno de Javier Milei ha dejado en claro que la estrategia económica de la administración tiene como pilar central el manejo de la deuda y sus intereses. Esta política, presentada de manera teatral, revela no solo un intento de ordenar las cuentas públicas, sino también el temor del gobierno a un posible default. En este contexto, las proyecciones económicas del Ejecutivo se ven condicionadas por una serie de factores clave que amenazan con sumergir a Argentina en una crisis prolongada si no se toman las decisiones adecuadas.

La Dominancia de los Intereses de la Deuda en el Presupuesto 2025

Uno de los aspectos centrales de este presupuesto es que los intereses de la deuda pasarán a determinar todo el gasto primario para 2025. A mayor nivel de intereses, mayor será la necesidad de alcanzar un superávit primario, lo que obliga a reducir el gasto en áreas clave como salud, educación, justicia, seguridad, y administración del Estado. Esto implica que los intereses de deuda se convierten en el gasto dominante. Cualquier fluctuación en la inflación o el dólar aumentaría los intereses indexados por CER o dólar link, lo que, en un contexto de ingresos limitados, forzaría una nueva ronda de ajustes sobre los otros gastos.

Un Presupuesto con Miras en el Default

La obsesión por asegurar el pago de intereses sugiere un claro temor a caer en default, algo que Milei busca evitar a toda costa. De hecho, el gobierno ha optado por esta estrategia de asegurar los intereses para intentar demostrar solvencia en el manejo de la deuda, con la esperanza de atraer inversión externa o lograr una renegociación más favorable de la deuda. Sin embargo, la situación recuerda a la política que aplicó Domingo Cavallo en 2001, cuando ajustó el gasto público de manera similar, reduciendo las jubilaciones un 13%, lo que solo aceleró el colapso económico y el eventual default del país.

El Impacto del Ajuste en el Largo Plazo

El presupuesto de Milei es un intento por consolidar la solvencia de la deuda, pero tiene implicancias profundas para la actividad económica en el mediano y largo plazo. Si se ejecuta tal como está previsto, con recortes constantes en el gasto primario para cumplir con los intereses de la deuda, esto llevará inevitablemente a un nivel de actividad económica muy bajo en los años 2025 y 2026, lo que probablemente derivará en una "U" inflacionaria: una trayectoria descendente, seguida de una fase de estancamiento, y finalmente una nueva fase de aceleración inflacionaria. Esta política de ajuste permanente no solo puede sumir al país en la recesión, sino que compromete seriamente las perspectivas de crecimiento.

Una Política Dinámicamente Inconsistente y el Peligro del Péndulo

La gran paradoja de este enfoque es que, si bien el objetivo es asegurar solvencia y evitar un default, la consistencia de estas políticas en el largo plazo es altamente cuestionable. Es una estrategia que, sin ajustes significativos, podría volverse insostenible y terminar en fracaso. Además, genera el riesgo de un péndulo político, en el que una administración conservadora y ajustadora es reemplazada por una más populista y expansiva, tal como ha ocurrido en anteriores ciclos políticos en Argentina. Milei, que ha basado buena parte de su plataforma en promesas de eficiencia y dinamismo, corre el riesgo de perder rápidamente el apoyo político si el ajuste se prolonga más de lo esperado.

Consecuencias para el Sector Privado

Una de las mayores preocupaciones a mediano plazo es el impacto que esta política tendrá en el sector privado. A corto plazo, estas medidas fiscales y de ajuste significarán una mayor presión tributaria y más fiscalización para las empresas. Esto puede ahogar la inversión interna y hacer que el sector privado, en lugar de ser un motor de crecimiento, se vea atrapado en la dinámica de austeridad impuesta por el gobierno, limitando la capacidad de expansión económica.

Conclusión

La presentación del presupuesto por parte de Javier Milei refleja la tensión entre la necesidad de garantizar la solvencia de la deuda y el peligro de someter al país a un ajuste perpetuo. Si bien la estrategia del gobierno busca evitar el default, las similitudes con las políticas implementadas por Cavallo en 2001 son evidentes, y el riesgo de terminar en un escenario de recesión, bajo nivel de actividad y pérdida de apoyo político es considerable. Argentina podría enfrentarse a un ciclo de ajustes continuos que, lejos de resolver los problemas estructurales, podría profundizar la inestabilidad macroeconómica.

septiembre 10, 2024

La Falsa Calma del Dólar y el Futuro Económico de Argentina

En las últimas semanas, el mercado cambiario argentino ha mostrado una leve y transitoria calma. Mientras el dólar libre cotiza en torno a los $1.275, el Contado con Liquidación (CCL) ronda los $1.250,83. Sin embargo, detrás de estas cifras superficiales yace un panorama económico más complejo que refleja, una vez más, los efectos temporales de la intervención del gobierno y los desequilibrios estructurales que persisten.


Intervencionismo y efectos de corto plazo

El Banco Central de la República Argentina (BCRA) ha adoptado una postura intervencionista que, si bien logra comprimir temporalmente la brecha cambiaria —que ha pasado del 52% al 28%—, sus efectos no serán duraderos. A través de la venta de reservas, tanto en el mercado oficial como en el paralelo, el BCRA ha manipulado la oferta y demanda de divisas. Solo en julio de 2024, el BCRA vendió alrededor de 600 millones de dólares, con un 60% destinado a mercados paralelos, como el CCL, con el objetivo de reducir la brecha cambiaria. Sin embargo, esta intervención ha sido financiada con reservas netas negativas, lo que implica una acelerada pérdida de las mismas.


El CEPO, un control artificial de precios y cantidades, continúa siendo una espada de doble filo. Por un lado, fija un tipo de cambio máximo artificial para el dólar y un mínimo para el peso, lo que genera escasez de divisas y exceso de demanda. Por el otro, alimenta una sobreoferta de pesos, que presiona los precios al alza. La intervención del gobierno ha logrado una reducción en la cotización de los dólares paralelos, pero a un costo insostenible en el tiempo, dado que las reservas caen y el déficit del balance cambiario se amplía.


Inflación en forma de "U" y el dólar futuro

El ciclo inflacionario parece entrar en una fase donde las expectativas apuntan a una trayectoria en forma de "U". Tras una breve desaceleración, los indicadores sugieren que el peso argentino seguirá perdiendo valor, mientras el dólar aumentará su poder adquisitivo en el corto, mediano y largo plazo. Los desequilibrios actuales en el mercado cambiario, impulsados por el uso de las reservas para contener el CCL y reducir la brecha, están sembrando las semillas de una futura devaluación. De hecho, la economía argentina ya está sintiendo los primeros efectos de la escasez de dólares. Las reservas del BCRA han caído en casi 2.200 millones de dólares en las últimas semanas, un claro reflejo del costo que conlleva esta política de intervención.


Perspectivas comerciales y la sombra de la devaluación

Uno de los principales factores que impulsarán el tipo de cambio al alza es el saldo comercial neto, que se proyecta en deterioro. En 2024, Argentina no tendrá una cosecha excepcional ni precios de exportación favorables, y se espera que las importaciones crezcan en el futuro cercano. El déficit de dólares se profundizará, y el BCRA, en lugar de acumular reservas, continuará quemándolas para mantener una ilusión de estabilidad en el mercado cambiario. La fragilidad de la balanza cambiaria se agrava aún más cuando se considera el déficit creciente en el balance del dólar tarjeta, que en julio de 2024 alcanzó los 749 millones de dólares, un 11% más que en el mismo mes del año anterior.


El ocaso de las intervenciones: Una paz transitoria

A pesar de los esfuerzos por contener la suba del dólar, las intervenciones del gobierno, como la venta de bonos para bajar el CCL y el MEP, están mostrando claros signos de agotamiento. Las herramientas disponibles tienen un alcance limitado y solo pueden ser efectivas a corto plazo. Sin una política económica de fondo que aborde los desequilibrios estructurales, la apreciación cambiaria será inevitable. La eliminación del impuesto PAIS en diciembre de 2024 podría ser el catalizador de esta situación, abaratando el dólar tarjeta y disparando una demanda de divisas que el BCRA no podrá contener. 

Es importante destacar que, incluso si el gobierno lograra mantener el actual superávit fiscal, el problema cambiará en diciembre, cuando el impuesto PAIS caiga y se deba recurrir a nuevos mecanismos para sostener la artificial calma cambiaria. De no hacerlo, el déficit fiscal volverá a surgir con fuerza, agravado por la necesidad de pagar intereses y amortizaciones que no se pueden seguir postergando indefinidamente.


Conclusión: Un dólar barato, pero por poco tiempo

La economía argentina ha entrado en un ciclo en el que las medidas actuales de intervención no solo son insuficientes, sino que postergan la necesaria devaluación y ajuste económico que tarde o temprano deberá ocurrir. Mientras el BCRA sigue quemando reservas y la brecha cambiaria se cierra artificialmente, los desequilibrios persisten y se profundizan. Sin un cambio estructural en la política cambiaria y sin una devaluación controlada, los argentinos se enfrentan a un futuro en el que el dólar será más caro y la inflación seguirá su curso ascendente.

La falsa calma que hoy experimenta el mercado cambiario no es más que un espejismo sostenido por intervenciones que carecen de sustento a largo plazo. La historia económica reciente del país ha demostrado una y otra vez que los milagros no ocurren, y que tarde o temprano, las leyes económicas imponen su propia realidad.

septiembre 02, 2024

La Promesa del Gobierno y la Realidad Inflacionaria

El actual Gobierno ha sabido vender muy bien la idea de que logrará domar la inflación "para siempre", prometiendo un descenso sostenido y permanente en los próximos años. Tras 22 años de inflación persistente y en aumento, muchos argentinos desean creer que esta vez será diferente. Sin embargo, las aspiraciones y la realidad económica pueden ser dos cosas distintas.

La inflación es, fundamentalmente, un fenómeno monetario. Ocurre cuando la producción de dinero supera consistentemente a la de bienes y servicios, resultando en una pérdida de poder adquisitivo del dinero. Aquí es donde surgen las dudas sobre la capacidad del gobierno para cumplir su promesa. El Índice de Precios al Consumidor (IPC) del INDEC, que es la medida más comúnmente utilizada para estimar la inflación, tiene sus limitaciones. Está basado en una canasta de consumo que podría estar desactualizada y no reflejar fielmente el patrón de consumo actual de los argentinos, especialmente en un contexto de creciente pobreza.

El problema radica en que esta canasta subestima la inflación real que enfrentan los consumidores. Por ejemplo, el gasto en vivienda, transporte y salud, que tiende a aumentar en tiempos de crisis, podría estar siendo infravalorado en las estimaciones oficiales, lo que sugiere que la inflación real podría ser mayor que la reportada. Esta distorsión se refleja en que, durante el gobierno de Milei, la inflación en estos sectores ha superado significativamente la inflación general acumulada.

Además, la diferencia entre la inflación "núcleo" (que excluye elementos volátiles como alimentos y energía) y la inflación general es mínima, lo que indica que la inflación subyacente sigue siendo alta y difícil de reducir. La historia reciente nos muestra que, para que la inflación general disminuya de manera sostenida, primero debe bajar la inflación núcleo, algo que parece poco probable en el corto plazo.

Otro desafío es la inflación en dólares, que ha aumentado significativamente. Este aumento es insostenible y podría indicar que el programa económico actual es inconsistente a mediano y largo plazo, aumentando el riesgo de un salto en el dólar paralelo, una ampliación de la brecha cambiaria y una eventual aceleración de la inflación.

En resumen, aunque el gobierno de Milei pretende generar optimismo con su promesa de domar la inflación, las estadísticas y la realidad económica sugieren que este optimismo podría ser prematuro. La baja actual en la inflación podría ser solo transitoria, con un futuro que posiblemente implique una inflación más alta, una mayor brecha cambiaria y una trayectoria inflacionaria en forma de "U"

Veremos en los próximos meses si el BCRA logra acumular reservas, sostener el superávit fiscal y de balanza de pagos, y sobre qué medidas adoptará a partir del 23 de Diciembre cuando por Ley se caiga definitivamente el Impuesto País.


agosto 26, 2024

Javier Milei y la Economía Argentina: Entre Promesas, Realidades y Contradicciones

Desde que Javier Milei asumió la presidencia, la economía argentina ha sido el foco de atención tanto dentro como fuera del país. Milei, un economista con una visión libertaria y promesas audaces, se comprometió a erradicar la inflación, un problema que ha plagado a Argentina durante décadas. Ocho meses después, si bien la inflación muestra signos de retroceso, el país se encuentra inmerso en una situación económica compleja y contradictoria, que revela tanto las fortalezas como las debilidades de su gestión.

El Laberinto de la Inflación: Una Batalla Incierta

Milei comenzó su mandato con un enfoque agresivo hacia la inflación, declarándola su enemigo número uno. Sin embargo, lo que no explicó en detalle durante su campaña fue cómo planeaba lograr esta meta. A pesar de una disminución en la tasa inflacionaria, la situación económica general no inspira confianza. La inflación sigue siendo alta, con proyecciones que la sitúan entre el 3.5% y 4% mensual, niveles aún insostenibles para una economía que aspira a la estabilidad.

Este descenso en la inflación no ha sido resultado de un crecimiento económico, sino más bien de una depresión económica que ha golpeado duramente al país. Las políticas de ajuste implementadas por el gobierno, que incluyen un estricto control del gasto público y una política monetaria contractiva, han generado un escenario de recesión. Los efectos colaterales son evidentes: despidos masivos, cierre de empresas y una creciente incertidumbre entre la población. La paradoja de esta situación es que, aunque la inflación se modera, el costo para la economía real es devastador, con sectores enteros en crisis y un mercado laboral que se debilita día a día.

La Dolarización: ¿Un Camino sin Retorno?

Uno de los temas más controversiales de la presidencia de Milei ha sido su postura sobre la dolarización. Inicialmente, propuso una dolarización total como solución definitiva a la volatilidad del peso argentino. Sin embargo, con el paso de los meses, sus declaraciones se han vuelto menos claras, hablando de una "dolarización endógena" y, más recientemente, abogando por un "peso fuerte". Estas contradicciones han generado confusión en los mercados y entre los ciudadanos, quienes se preguntan cuál es la verdadera dirección económica del país.

La falta de una política cambiaria clara ha contribuido al aumento de la brecha entre el dólar oficial y los dólares financieros, que en ausencia de intervenciones del Banco Central superaría el 50%. Esta brecha refleja la desconfianza generalizada en el peso y en las políticas económicas del gobierno. A pesar de las promesas de fortalecer la moneda nacional, la realidad es que el peso sigue perdiendo valor, y la fuga de capitales se mantiene como una constante preocupante.

El Banco Central en la Mira: Una Institución en Jaque

Desde su campaña, Milei ha sido un crítico feroz del Banco Central, calificándolo como una fuente de todos los males económicos del país y prometiendo su eliminación. Aunque el Banco Central sigue existiendo, su capacidad para actuar como garante de la estabilidad monetaria está cada vez más en entredicho. La institución ha sido incapaz de recomponer las reservas internacionales, un hecho que adquiere una gravedad mayor con los vencimientos de deuda que se avecinan a partir de enero de 2025.

La falta de reservas no solo limita la capacidad del país para enfrentar sus compromisos internacionales, sino que también debilita la posición de negociación de Argentina ante el Fondo Monetario Internacional (FMI). A pesar de contar con un superávit fiscal y de balanza de pagos, estos logros parecen ser insostenibles a largo plazo si no se logra una recomposición de las reservas y una estabilización del tipo de cambio. El actual cepo cambiario y la falta de un plan creíble para atraer inversiones solo agravan la percepción negativa de los mercados.

El Riesgo País y la Desconfianza del Mercado: Un Indicador Alarma

El riesgo país es otro reflejo de la desconfianza que Milei enfrenta en los mercados internacionales. Con valores que oscilan entre los 1500 y 1600 puntos, este indicador pone de manifiesto la percepción de los inversores sobre la capacidad de Argentina para cumplir con sus obligaciones financieras. Este alto riesgo país se traduce en un encarecimiento del financiamiento externo, lo que complica aún más la situación económica y limita las opciones del gobierno para implementar políticas expansivas que podrían aliviar la recesión.

La cotización de los bonos argentinos también es un síntoma de esta desconfianza. Estancados y con una demanda cada vez menor, estos activos reflejan la incertidumbre sobre el futuro económico del país bajo la administración de Milei. La falta de interés en los bonos argentinos indica que los inversores no ven señales claras de una recuperación económica, ni confían en que las políticas actuales logren estabilizar la situación.

La Esperanza del Ciudadano de a Pie: Entre la Ilusión y el Temor

A pesar de este escenario económico sombrío, Milei sigue gozando de un nivel considerable de apoyo en las encuestas de imagen. Parte de este respaldo se debe a la percepción de que la inflación, aunque alta, está en retroceso. Sin embargo, este apoyo parece ser más una cuestión de falta de alternativas viables que de una confianza genuina en las políticas del gobierno.

El ciudadano común, que ha vivido años de crisis y promesas incumplidas, se aferra a la esperanza de que, bajo la gestión de Milei, la economía pueda finalmente estabilizarse. Sin embargo, esta esperanza viene acompañada de un creciente temor a perder su empleo en un contexto de recesión y ajustes. La falta de confianza en el futuro económico, combinada con la incertidumbre laboral, podría erosionar rápidamente este apoyo si las condiciones no mejoran.

Un Plan Económico en Crisis: La Dificultad de Generar Credibilidad

El plan económico de Milei, que en teoría busca una convergencia hacia una inflación del 2%, tasas de interés del 2% y un crawling peg del 2%, ha perdido credibilidad. Ni los mercados ni la población parecen creer en la viabilidad de estos objetivos, especialmente cuando la realidad económica muestra un escenario de recesión, inflación alta y un tipo de cambio en deterioro constante.

El FMI, que ya ha sido testigo de numerosos planes fallidos en Argentina, observa con escepticismo las políticas de Milei, especialmente en lo que respecta a la dolarización, el control de capitales y la falta de recomposición de reservas. La próxima ronda de negociaciones con el organismo se presenta como un desafío monumental, ya que las políticas actuales van en contra de las recomendaciones tradicionales del Fondo: tipo de cambio flotante, tasas reales positivas y liberación del control de capitales.

Conclusión: Una Foto Preocupante y un Futuro Incierto

En resumen, los primeros ocho meses de la presidencia de Javier Milei han estado marcados por promesas audaces, contradicciones políticas y una creciente incertidumbre económica. Aunque algunos indicadores muestran mejoras, como la reducción de la inflación, el costo de estas políticas ha sido alto, y la sostenibilidad a largo plazo es cuestionable.

El país se encuentra en una encrucijada. Por un lado, la falta de alternativas políticas viables mantiene viva la esperanza en Milei; por otro, la realidad económica, con un riesgo país elevado, una brecha cambiaria insostenible y un mercado de bonos estancado, pinta un cuadro alarmante. El futuro de Argentina dependerá de la capacidad del gobierno para corregir el rumbo y restaurar la confianza, tanto en el país como en los mercados internacionales. Sin embargo, la "foto" actual es preocupante, y la "película" que se desarrolla parece estar lejos de un final feliz.

agosto 19, 2024

Los Caminos de Egipto y Etiopía para Salir del Cepo Cambiario con la Ayuda del FMI, y lo que Argentina Puede Aprender

En los últimos años, Egipto y Etiopía han emprendido arduos procesos para liberarse de los controles de capitales, con el apoyo decisivo del Fondo Monetario Internacional (FMI). Estas medidas fueron cruciales para estabilizar sus economías, pero vinieron acompañadas de exigencias estrictas por parte del FMI, que requirieron una profunda reestructuración económica y cambios en sus políticas.

Egipto: Luchando por la Estabilidad en Medio de la Turbulencia Económica

Los problemas económicos de Egipto, agravados por la pandemia global y conflictos regionales, llevaron a una grave escasez de divisas y un aumento descontrolado de la inflación. Para 2022, el país enfrentaba una crisis económica que requería la intervención del FMI. En diciembre de ese año, el FMI aprobó un préstamo inicial de 3.000 millones de dólares a Egipto, que en 2024 se incrementó a 8.000 millones debido al empeoramiento de la situación​.

Para asegurar estos fondos, Egipto tuvo que comprometerse a una serie de reformas clave. La principal fue la transición a un sistema de tipo de cambio totalmente flexible, con el objetivo de eliminar el mercado negro de divisas y estabilizar la libra egipcia. El Banco Central de Egipto implementó esta medida mediante la flotación de la libra, lo que llevó a una fuerte devaluación, pero alineó las tasas oficiales con las del mercado paralelo​.

Además, el FMI exigió a Egipto que endureciera su política monetaria para combatir la inflación, lo que incluyó un aumento significativo de las tasas de interés. El gobierno también tuvo que reducir el gasto público, especialmente en proyectos de infraestructura, e incrementar el gasto social para proteger a las poblaciones más vulnerables del impacto económico​. Estas medidas buscaban restaurar la confianza de los inversores, atraer inversión extranjera y estabilizar la economía, aunque trajeron consigo un considerable dolor a corto plazo para la población egipcia.

Etiopía: Reforma Económica en Medio de la Recuperación de un Conflicto

La situación en Etiopía era igualmente grave, agravada por el conflicto civil en la región de Tigray, que drenó recursos y exacerbó la inestabilidad económica. Para 2024, Etiopía había entablado negociaciones con el FMI para asegurar un préstamo de 3.400 millones de dólares, condicionado a importantes reformas económicas​.

Una de las principales exigencias del FMI fue la eliminación de los controles de capitales y el abandono de la política de tipo de cambio fijo. Etiopía cumplió con esto al flotar su moneda, el birr, lo que llevó a una depreciación dramática. Esta medida era necesaria para unificar las tasas oficiales y del mercado negro, y abrir el camino hacia una economía más impulsada por el mercado​.

El FMI también presionó a Etiopía para que adoptara una política monetaria basada en tasas de interés y mejorara su disciplina fiscal. Estas medidas tenían como objetivo abordar la grave escasez de divisas en el país y estabilizar su deuda externa, que había aumentado considerablemente en los últimos años​ .

Sin embargo, estas reformas también generaron presiones inflacionarias inmediatas y aumentaron el costo de vida para los etíopes comunes, desafiando la capacidad del gobierno para mantener la estabilidad social.

Argentina: Un Desafío Similar con lecciones por Aprender

Argentina enfrenta un desafío similar al de Egipto y Etiopía, con un cepo cambiario que ha distorsionado los mercados financieros y ha frenado el crecimiento económico. Para salir de esta trampa, Argentina también podría necesitar la ayuda del FMI, pero deberá estar preparada para implementar reformas significativas, al igual que Egipto y Etiopía.

1. Flotación del Peso: Al igual que Egipto y Etiopía, Argentina tendría que adoptar un tipo de cambio flotante, lo que probablemente resultaría en una devaluación inicial. Sin embargo, esta medida sería crucial para eliminar el mercado negro de divisas y alinear el tipo de cambio oficial con el real.

2. Reformas Monetarias y Fiscales: El FMI probablemente exigiría a Argentina endurecer su política monetaria para combatir la inflación, lo que podría incluir aumentos significativos en las tasas de interés. Asimismo, se requerirían reformas fiscales para reducir el déficit y asegurar la sostenibilidad de la deuda pública.

3. Reducción del Gasto Público: Argentina tendría que reevaluar su gasto público, especialmente en áreas de infraestructura y subsidios, para liberar recursos que puedan utilizarse para programas sociales que protejan a los más vulnerables durante el ajuste.

4. Incentivos al Sector Privado: Como parte de las reformas estructurales, se necesitarían políticas que fomenten el crecimiento del sector privado, reduciendo la participación estatal en sectores clave y atrayendo inversión extranjera.

5. Comunicación y Gestión Social: Para evitar el malestar social que podrían generar estas reformas, el gobierno argentino tendría que gestionar cuidadosamente la comunicación y la implementación de estas medidas, asegurando redes de protección social adecuadas y transparentes.

Conclusión: El Precio de la Reforma Económica

Las experiencias de Egipto y Etiopía ilustran el proceso complejo y, a menudo, doloroso de levantar los controles de capitales bajo la guía del FMI. Si bien ambos países lograron asegurar fondos cruciales y sentar las bases para la estabilidad económica a largo plazo, las reformas requeridas trajeron costos significativos a corto plazo. Argentina, si busca seguir un camino similar, debe estar preparada para enfrentar desafíos similares, pero con el potencial de establecer un camino hacia una economía más estable y abierta al mundo. Las recompensas de estos esfuerzos podrían ser una renovación de la confianza de los inversores, la estabilización de la economía y un crecimiento sostenible, aunque el camino sea difícil.

agosto 08, 2024

Ocho Meses de Gobierno de Javier Milei: Entre la Esperanza y la Realidad Económica

El gobierno de Javier Milei, al cumplirse los primeros ocho meses de su mandato, ofrece un panorama complejo, donde las expectativas iniciales de cambio radical y recuperación económica se enfrentan a la cruda realidad de un país en crisis. El presidente, conocido por su fuerte discurso liberal, ha delegado la mayoría de su gestión ejecutiva a un pequeño círculo de confianza, compuesto principalmente por su hermana y un asesor sin cargo. Esta concentración de poder en un entorno reducido ha sido objeto de críticas, especialmente cuando se considera que solo el 18% del plantel necesario para gestionar las diversas áreas gubernamentales ha sido ocupado por personas de confianza de Milei, mientras permanecen en puestos claves personas vinculadas al Massismo y la Cámpora del Kirchnerismo.

Uno de los pilares en los que se sostiene la esperanza de la población, con un respaldo aún superior al 50%, es la notable disminución de los niveles de inflación. Sin embargo, esta baja ha venido acompañada de un costo significativo: la postergación de la finalización del plan de emergencia y la incapacidad para corregir la distorsión de precios relativos. Además, la corrección del evidente atraso cambiario sigue siendo un desafío no resuelto. El presidente ha insistido en una política de convergencia hacia un 2% de inflación, 2% de tasa de interés y 2% de crawling peg, metas que muchos consideran utópicas en el contexto actual.

Las encuestas reflejan un apoyo sostenido, pero también un creciente escepticismo entre los agentes económicos, que observan cómo la depresión económica persiste y amenaza con profundizarse si no se ajustan los parámetros macroeconómicos. Aunque el índice CONSTRUYA, indicador clave de la actividad constructora, ha mostrado cierta recuperación, esta se debe más a la brecha cambiaria que a un verdadero impulso de la inversión en nuevas obras. Esto anticipa un aumento en el desempleo, sumándose a los 100.000 trabajadores informales que han perdido su empleo desde diciembre de 2023 y la reducción de 330.000 cuentas sueldo en el sector formal.

El panorama hacia las elecciones de medio término se presenta sombrío. La falta de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en medio de un año electoral en Estados Unidos, dificulta cualquier avance significativo. Con reservas negativas en el Banco Central, que ascienden a aproximadamente 6.000 millones de dólares, el escenario económico parece encaminarse hacia una crisis más profunda. La recuperación en forma de V, pipa de Nike o incluso W parece cada vez más lejana, con un panorama más cercano a una L, donde llegar a mediados del próximo año sin un estallido social se percibe como una tarea titánica.

En este contexto, solo los sectores más vulnerables, que se benefician de la asistencia social, han logrado ganarle a la inflación. El resto de la población, especialmente los asalariados, ha visto cómo sus ingresos quedan cada vez más rezagados frente al alza inminente de los precios regulados, como el transporte, la electricidad y el gas.

El futuro inmediato presenta dos medidas que podrían mitigar en parte la crisis: un blanqueo que, con suerte, podría exteriorizar 20.000 millones de dólares, y el Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones con CEPO CAMBIARIO, una medida que, aunque positiva, tendrá impacto recién en el mediano plazo. Sin embargo, el CEPO cambiario parece destinado a perdurar mientras no se logre una acumulación significativa de reservas.

El futuro inmediato presenta dos medidas que podrían mitigar en parte la crisis: un blanqueo que, con suerte, podría exteriorizar 20.000 millones de dólares, y el Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones con CEPO CAMBIARIO, una medida que, aunque positiva, tendrá impacto recién en el mediano plazo. Sin embargo, el CEPO cambiario parece destinado a perdurar mientras no se logre una acumulación significativa de reservas.

En síntesis, el gobierno de Javier Milei enfrenta un desafío monumental: convertir la esperanza en confianza, con 22% de la población por debajo de la línea de pobreza y 55,4% de pobreza. De no lograrlo, es probable que la imagen presidencial sufra una caída significativa hacia finales de 2024, marcando un punto crítico en su gestión y en el futuro del país. La recuperación económica aún no asoma en el horizonte, y el tiempo para revertir la situación se agota rápidamente.

julio 08, 2024

La Brecha Cambiaria y sus Efectos Devastadores

La economía de nuestro país atraviesa un momento crítico, reflejado en la alarmante brecha cambiaria entre el dólar oficial y el paralelo, que ha superado la barrera del 50%. Este diferencial no solo es un indicador de desequilibrios económicos profundos, sino que también tiene repercusiones directas y palpables en la vida de los ciudadanos y en la estabilidad del país.

La inflación es uno de los primeros y más notorios efectos de esta brecha. Cuando el tipo de cambio paralelo se dispara, los precios de los bienes importados y los servicios dolarizados tienden a ajustarse al alza, arrastrando consigo al resto de los precios en la economía. Este fenómeno genera un círculo vicioso de expectativas inflacionarias que se retroalimentan, erosionando el poder adquisitivo de la población y golpeando especialmente a los sectores más vulnerables.

Además, la presión sobre las reservas internacionales se vuelve insostenible. Las autoridades monetarias, en un intento por mantener la estabilidad del tipo de cambio oficial, se ven obligadas a intervenir en el mercado cambiario, agotando las reservas y exponiendo al país a un mayor riesgo de crisis cambiaria. Esta situación se agrava con la desconfianza creciente en la moneda local, que incentiva la fuga de capitales y la dolarización de los ahorros.

La deuda externa también se convierte en un problema mayor. Con la mayoría de las obligaciones denominadas en dólares estadounidenses, el incremento del tipo de cambio paralelo encarece la carga de la deuda en términos de moneda local. Esto no solo afecta la capacidad del gobierno para cumplir con sus compromisos internacionales, sino que también pone en jaque a las empresas locales que deben hacer frente a sus obligaciones en una moneda que cada vez se encarece más.

Pero quizás uno de los efectos más perniciosos de esta brecha cambiaria es la distorsión de los incentivos económicos. La diferencia abismal entre los tipos de cambio oficial y paralelo fomenta la economía informal y las actividades no reguladas, ya que individuos y empresas buscan acceder a dólares más baratos fuera del mercado oficial. Esta situación no solo socava la recaudación fiscal, sino que también crea un entorno de inequidad y corrupción.

Por último, no podemos ignorar el impacto social de esta brecha. La desigualdad económica se acentúa, beneficiando a aquellos que tienen acceso al dólar paralelo y perjudicando a los que dependen del mercado oficial. La brecha cambiaria se convierte así en una brecha social, que agrava las tensiones y la inestabilidad en la sociedad.

demás, en este contexto, las promesas del "triple 2" - 2% de inflación mensual, 2% de crawling peg y 2% de tasa de interés - se revelan como imposibles de cumplir. La idea de mantener estos parámetros de manera estable en medio de una economía tan volátil es utópica. La inflación ya supera con creces el 2% mensual, el crawling peg no puede sostenerse sin reservas adecuadas y sin confianza en la moneda local, y mantener una tasa de interés del 2% resulta irreal en un contexto de alta inflación y riesgo cambiario.

Es imperativo que las autoridades tomen medidas decididas y coherentes para reducir esta brecha cambiaria. Políticas fiscales y monetarias coordinadas, junto con reformas estructurales, son necesarias para restablecer la confianza en la moneda local y en la economía. Solo así podremos evitar que esta brecha siga creciendo y causando estragos en nuestro país. La estabilidad económica y el bienestar de los ciudadanos deben ser la prioridad en estos tiempos difíciles.

junio 03, 2024

Milei y la imposibilidad de llevar adelante la teoría a la práctica.

Introducción

En una entrevista con The Economist en septiembre pasado, Javier Milei, entonces candidato presidencial, delineó su visión de una sociedad ideal basada en una economía de mercado sin intervención estatal, conocida como anarco-capitalismo. No obstante, Milei aclaró que este modelo es solo un “marco normativo” y, en la práctica, se identificó como minarquista, abogando por un Estado mínimo cuyas funciones se limitarían a la justicia y la seguridad (incluyendo la defensa). En este editorial, exploraré tres proposiciones sobre la viabilidad y los desafíos de su modelo económico y político.

1. La Imposibilidad Teórica del Anarco-capitalismo

Una economía de mercado eficiente necesita no solo la presencia del Estado, sino también un Estado con capacidades robustas. Según Herbert Spencer en el siglo XIX y confirmado por Milei en su entrevista, el contrato es el mecanismo central de la economía de mercado: la coordinación entre individuos o empresas. Estos contratos pueden ser explícitos (escritos, como en la compra de una casa) o implícitos (no escritos, como en la compra de dentífrico en un supermercado). En ambos escenarios, el dinero se intercambia por bienes o servicios.

¿Qué ocurre si el dinero es falsificado, si la casa no se entrega o si el dentífrico resulta ser pegamento? ¿Quién garantiza la validez de estos contratos, sino el Estado?

Teóricamente, el Estado es un participante latente en cualquier contrato, explícito o implícito. Además, como cuestionó Karl Polanyi en su crítica a Friedrich Hayek: ¿quién, si no el Estado, establece y garantiza los derechos de propiedad que sustentan la economía capitalista? ¿Quién emite y garantiza la validez del dinero utilizado en transacciones? Un principio básico de la economía política es que las instituciones económicas se originan en el Estado, y esto es lo que Milei pretende lograr con su revolución capitalista.

Los datos también apoyan esta teoría: un factor clave para la efectividad de una economía de mercado abierta es la existencia de un Estado con capacidades sólidas: coercitivas, extractivas (recaudación de impuestos), regulatorias (fomentando inversión y competencia), distributivas e innovadoras.

El Estado argentino actual, sin embargo, es grande, ineficiente, con altos niveles de corrupción y dominado por intereses corporativos. Esta debilidad estatal es un obstáculo significativo para establecer una economía de mercado eficiente. La reconstrucción del Estado es uno de los desafíos principales que enfrenta la administración de Milei.

2. La Dificultad Práctica del Minarquismo en Democracias Participativas

Aunque teóricamente viable, un Estado minimalista o “guardián nocturno” es improbable en un sistema político de alta participación. Los Estados con funciones limitadas existieron en las democracias de élite del siglo XIX en los países que hoy son ricos, y fueron efectivos para el crecimiento. Sin embargo, estas democracias no pudieron resistir la expansión inevitable de la participación política a clases medias, trabajadoras, mujeres y minorías étnicas. La movilización de estos sectores llevó a la ampliación de las funciones del Estado, incluyendo la educación y el bienestar social, debido a demandas desde abajo o cooptación desde arriba.

3. El Liberalismo Viable: Un Estado de Bienestar Sustentable y Eficiente

Dado que el Estado no puede desligarse de la educación pública y el bienestar social (incluyendo pensiones, salud pública y programas contra la pobreza), el desafío es crear un Estado que sea compatible y funcional con una economía de mercado abierta. Esto implica un Estado subsidiario, pequeño, basado en una administración pública profesional y evaluada periódicamente.

En el ámbito educativo, la propuesta de los vouchers, aunque fomentaría la competencia, no garantiza la disponibilidad universal de escuelas gratuitas y laicas. En su lugar, se podrían explorar las escuelas charter, que son públicas pero independientes y operan bajo autorizaciones revocables basadas en su calidad.

El sistema universitario debería ser inclusivo, sujeto a evaluaciones de calidad y diferenciado, con universidades enfocadas en la enseñanza para aquellos que necesiten educación compensatoria y otras dedicadas más a la investigación.

En cuanto al estado de bienestar, las mejores prácticas sugieren un sistema jubilatorio mixto, de reparto y capitalización (como en el Reino Unido o Suecia); un sistema de salud pública con seguros públicos para los pobres y privados obligatorios para el resto, con subsidios para quienes lo necesiten (como en Suiza y el “Obamacare” en EE.UU.); y seguros de desempleo y programas contra la pobreza basados en la capacitación y reinserción laboral, incluyendo políticas activas de empleo, como en varios países de Europa Occidental.

Conclusión

La administración de Javier Milei enfrenta el reto de conciliar su visión anarco-capitalista con la necesidad práctica de un Estado que garantice una economía de mercado funcional. Aunque su propuesta minarquista es teóricamente posible, su implementación en una democracia participativa es altamente improbable. En su lugar, Milei debería aspirar a un liberalismo viable, estableciendo un Estado de bienestar sustentable y eficiente que promueva una economía de mercado abierta y funcional. Solo adaptando y fortaleciendo las instituciones estatales, Argentina podrá alcanzar niveles de vida comparables a los de los países más desarrollados.

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