septiembre 27, 2024

Javier Milei y el CEPO: ¿Transparencia o Discrecionalidad?

Esta semana, Javier Milei se sumó a una lista de presidentes argentinos que han marcado presencia en la Bolsa de Nueva York, abriendo la jornada bursátil como sus predecesores. Sin embargo, lo más destacado no fue el acto en sí, sino las nuevas condiciones propuestas por el presidente para levantar el CEPO.

Según Milei, el CEPO se eliminará cuando la inflación alcance el 0%. Pero, ¿qué significa realmente este "0%"? Milei desglosa la inflación reportada por el INDEC en tres partes: un 2,0% debido al crawling peg, un 0,5% por inflación importada, y un 1,5% de inflación mensual local. Esto implica que el CEPO se levantaría cuando la inflación medida por el INDEC sea del 2,5% mensual.

Sin embargo, las proyecciones del Banco Mundial sugieren que la inflación mundial será considerablemente menor, lo que ajustaría las cifras reales necesarias para levantar el CEPO a un 1,75% mensual según sus propios cálculos. Esta nueva metodología, aunque detallada, proporciona al gobierno una discrecionalidad significativa y abre la puerta a interpretaciones variables y excusas potenciales para mantener el CEPO cerrado.

Anteriormente, las condiciones para levantar el CEPO eran más simples y transparentes, basadas en la convergencia del crawling peg y el tipo de cambio paralelo al oficial. Estas reglas eran conocidas por todos los agentes económicos, ofreciendo certeza sobre cuándo podría levantarse el CEPO. Sin embargo, el gobierno enfrenta desafíos significativos bajo estas reglas actuales: el tipo de cambio oficial no alcanzaría los niveles necesarios hasta el segundo semestre de 2025, y la inflación local no muestra signos de convergencia al crawling peg.

Esta complejidad y falta de transparencia podrían socavar la credibilidad del gobierno, afectando la confianza del mercado y prolongando la incertidumbre sobre la apertura del CEPO. La persistencia del CEPO, como control máximo sobre el dólar y mínimo sobre el peso, refleja una escasez crónica de dólares en Argentina. Esta situación, lejos de ser causa de la inflación, es su consecuencia directa.

En conclusión, la decisión de Milei de ajustar las condiciones para levantar el CEPO plantea más interrogantes que certezas. La economía argentina enfrenta un escenario donde la discrecionalidad podría eclipsar la transparencia, aumentando las dificultades para restaurar la estabilidad económica. Mientras tanto, la población espera respuestas claras sobre el futuro del CEPO y sus implicaciones para la inflación y el tipo de cambio.

septiembre 23, 2024

El Presupuesto 2025 bajo la lupa: equilibrio fiscal o ajuste social

El presidente Javier Milei sorprendió al asistir al Congreso Nacional para presentar el proyecto de presupuesto 2025, siendo el primer mandatario en hacerlo personalmente. Este acto revela que los lineamientos principales del presupuesto provienen directamente de la máxima autoridad del Ejecutivo, en un esfuerzo por consolidar su impronta en la política económica del país. Este presupuesto es particularmente relevante por su enfoque en una supuesta regla de equilibrio fiscal que se presenta como el pilar central de la política fiscal futura.

El artículo 1 del proyecto establece que el Sector Público Nacional deberá mantener un resultado financiero equilibrado o superavitario desde 2025 en adelante. Ante cualquier desvío en los ingresos que ponga en peligro este equilibrio, el gasto deberá ajustarse proporcionalmente. Sin embargo, esta regla fiscal, aunque eficiente y clara en su formulación, adolece de problemas clave que podrían socavar su sostenibilidad en el largo plazo.

Virtudes y carencias de la regla fiscal

Entre las características que destacan, la regla es eficiente, sencilla, precisa y transparente, lo que facilita su comprensión y aplicación en el corto plazo. Además, busca institucionalizarse al incluirse tanto en la Ley de Presupuesto 2025 como en la Ley de Administración Financiera, otorgándole un marco legal más sólido. Sin embargo, hay falencias significativas. La regla no es robusta, ya que su cumplimiento depende de un contexto macroeconómico favorable, particularmente en términos de nivel de actividad y recaudación. Esto significa que, en caso de una caída en los ingresos, el ajuste del gasto discrecional tiene límites, lo que podría poner en riesgo la estabilidad fiscal.

Otro problema es la falta de institucionalidad plena. No se especifica claramente quién será el responsable de hacer cumplir la regla ni cuáles serán las sanciones por incumplimiento. Esta indefinición otorga una gran discrecionalidad al Poder Ejecutivo, lo que podría facilitar ajustes oportunistas según las necesidades políticas del momento. En resumen, el cumplimiento de esta regla fiscal dependerá más de la voluntad política que de un marco jurídico sólido.

El peso de la deuda y el ajuste social

Una de las principales consecuencias del proyecto de presupuesto 2025 es que los intereses de la deuda se convierten en el factor dominante del gasto público, dictando la necesidad de un superávit primario. Esto significa que el gasto primario, dividido en gasto fijo (jubilaciones, AUH, etc.) y gasto discrecional (subsidios, salarios, obra pública), quedará limitado por la carga del servicio de la deuda. Si los recursos son sobreestimados, el ajuste recaerá sobre áreas sensibles como la defensa, la seguridad, la educación universitaria y las transferencias a provincias.

 Además, si la inflación o la devaluación aumentan más de lo proyectado, el pago de intereses crecerá, exigiendo nuevos ajustes en el gasto primario. La alternativa a este ajuste sería incrementar la fiscalización y ampliar la base impositiva, lo que podría implicar nuevas cargas impositivas para los ciudadanos. En este escenario, el equilibrio fiscal no se "toca", pero los ciudadanos sí, quienes podrían recibir menos bienes y servicios públicos a cambio de los mismos o mayores impuestos.

Inconsistencias macroeconómicas y sobreestimaciones de ingresos

El presupuesto plurianual 2025-2027 asume una baja irrealista en la inflación y un tipo de cambio estable, algo difícil de sostener dada la expansión monetaria reciente. Esta expansión monetaria, combinada con la continuidad del CEPO cambiario, alimenta presiones inflacionarias y devaluatorias que pondrán en jaque las proyecciones del gobierno. Además, las proyecciones de crecimiento del PBI, que se espera que alcance un +5,2% anual en los próximos tres años, parecen excesivamente optimistas. Si estos supuestos no se cumplen, los ingresos fiscales serán menores de lo esperado, obligando a un ajuste aún mayor del gasto.

De hecho, el presupuesto proyecta un incremento de los ingresos corrientes del +34,5%, basado principalmente en los derechos de exportación e importación. Sin embargo, este crecimiento no parece consistente con las proyecciones de exportaciones e importaciones, ni con los precios internacionales de los commodities argentinos. La eliminación del impuesto PAIS también plantea desafíos para el dólar tarjeta y las reservas del Banco Central, poniendo más presión sobre la política cambiaria del gobierno.

Conclusión

El presupuesto 2025 de Javier Milei enfrenta serias dificultades para cumplir con su objetivo de equilibrio fiscal sin provocar un ajuste social significativo. La falta de robustez y de institucionalidad de la regla fiscal, sumada a proyecciones macroeconómicas optimistas y poco realistas, aumenta el riesgo de que el ajuste recaiga sobre los sectores más vulnerables de la sociedad. En última instancia, este presupuesto parece priorizar el pago de intereses de deuda sobre las necesidades básicas de los ciudadanos, lo que podría generar tensiones sociales y políticas a medida que el país avanza hacia 2025.

septiembre 16, 2024

Un presupuesto destinado a un ajuste perpetuo

Introducción

El reciente show de la presentación del presupuesto por parte del Gobierno de Javier Milei ha dejado en claro que la estrategia económica de la administración tiene como pilar central el manejo de la deuda y sus intereses. Esta política, presentada de manera teatral, revela no solo un intento de ordenar las cuentas públicas, sino también el temor del gobierno a un posible default. En este contexto, las proyecciones económicas del Ejecutivo se ven condicionadas por una serie de factores clave que amenazan con sumergir a Argentina en una crisis prolongada si no se toman las decisiones adecuadas.

La Dominancia de los Intereses de la Deuda en el Presupuesto 2025

Uno de los aspectos centrales de este presupuesto es que los intereses de la deuda pasarán a determinar todo el gasto primario para 2025. A mayor nivel de intereses, mayor será la necesidad de alcanzar un superávit primario, lo que obliga a reducir el gasto en áreas clave como salud, educación, justicia, seguridad, y administración del Estado. Esto implica que los intereses de deuda se convierten en el gasto dominante. Cualquier fluctuación en la inflación o el dólar aumentaría los intereses indexados por CER o dólar link, lo que, en un contexto de ingresos limitados, forzaría una nueva ronda de ajustes sobre los otros gastos.

Un Presupuesto con Miras en el Default

La obsesión por asegurar el pago de intereses sugiere un claro temor a caer en default, algo que Milei busca evitar a toda costa. De hecho, el gobierno ha optado por esta estrategia de asegurar los intereses para intentar demostrar solvencia en el manejo de la deuda, con la esperanza de atraer inversión externa o lograr una renegociación más favorable de la deuda. Sin embargo, la situación recuerda a la política que aplicó Domingo Cavallo en 2001, cuando ajustó el gasto público de manera similar, reduciendo las jubilaciones un 13%, lo que solo aceleró el colapso económico y el eventual default del país.

El Impacto del Ajuste en el Largo Plazo

El presupuesto de Milei es un intento por consolidar la solvencia de la deuda, pero tiene implicancias profundas para la actividad económica en el mediano y largo plazo. Si se ejecuta tal como está previsto, con recortes constantes en el gasto primario para cumplir con los intereses de la deuda, esto llevará inevitablemente a un nivel de actividad económica muy bajo en los años 2025 y 2026, lo que probablemente derivará en una "U" inflacionaria: una trayectoria descendente, seguida de una fase de estancamiento, y finalmente una nueva fase de aceleración inflacionaria. Esta política de ajuste permanente no solo puede sumir al país en la recesión, sino que compromete seriamente las perspectivas de crecimiento.

Una Política Dinámicamente Inconsistente y el Peligro del Péndulo

La gran paradoja de este enfoque es que, si bien el objetivo es asegurar solvencia y evitar un default, la consistencia de estas políticas en el largo plazo es altamente cuestionable. Es una estrategia que, sin ajustes significativos, podría volverse insostenible y terminar en fracaso. Además, genera el riesgo de un péndulo político, en el que una administración conservadora y ajustadora es reemplazada por una más populista y expansiva, tal como ha ocurrido en anteriores ciclos políticos en Argentina. Milei, que ha basado buena parte de su plataforma en promesas de eficiencia y dinamismo, corre el riesgo de perder rápidamente el apoyo político si el ajuste se prolonga más de lo esperado.

Consecuencias para el Sector Privado

Una de las mayores preocupaciones a mediano plazo es el impacto que esta política tendrá en el sector privado. A corto plazo, estas medidas fiscales y de ajuste significarán una mayor presión tributaria y más fiscalización para las empresas. Esto puede ahogar la inversión interna y hacer que el sector privado, en lugar de ser un motor de crecimiento, se vea atrapado en la dinámica de austeridad impuesta por el gobierno, limitando la capacidad de expansión económica.

Conclusión

La presentación del presupuesto por parte de Javier Milei refleja la tensión entre la necesidad de garantizar la solvencia de la deuda y el peligro de someter al país a un ajuste perpetuo. Si bien la estrategia del gobierno busca evitar el default, las similitudes con las políticas implementadas por Cavallo en 2001 son evidentes, y el riesgo de terminar en un escenario de recesión, bajo nivel de actividad y pérdida de apoyo político es considerable. Argentina podría enfrentarse a un ciclo de ajustes continuos que, lejos de resolver los problemas estructurales, podría profundizar la inestabilidad macroeconómica.

septiembre 10, 2024

La Falsa Calma del Dólar y el Futuro Económico de Argentina

En las últimas semanas, el mercado cambiario argentino ha mostrado una leve y transitoria calma. Mientras el dólar libre cotiza en torno a los $1.275, el Contado con Liquidación (CCL) ronda los $1.250,83. Sin embargo, detrás de estas cifras superficiales yace un panorama económico más complejo que refleja, una vez más, los efectos temporales de la intervención del gobierno y los desequilibrios estructurales que persisten.


Intervencionismo y efectos de corto plazo

El Banco Central de la República Argentina (BCRA) ha adoptado una postura intervencionista que, si bien logra comprimir temporalmente la brecha cambiaria —que ha pasado del 52% al 28%—, sus efectos no serán duraderos. A través de la venta de reservas, tanto en el mercado oficial como en el paralelo, el BCRA ha manipulado la oferta y demanda de divisas. Solo en julio de 2024, el BCRA vendió alrededor de 600 millones de dólares, con un 60% destinado a mercados paralelos, como el CCL, con el objetivo de reducir la brecha cambiaria. Sin embargo, esta intervención ha sido financiada con reservas netas negativas, lo que implica una acelerada pérdida de las mismas.


El CEPO, un control artificial de precios y cantidades, continúa siendo una espada de doble filo. Por un lado, fija un tipo de cambio máximo artificial para el dólar y un mínimo para el peso, lo que genera escasez de divisas y exceso de demanda. Por el otro, alimenta una sobreoferta de pesos, que presiona los precios al alza. La intervención del gobierno ha logrado una reducción en la cotización de los dólares paralelos, pero a un costo insostenible en el tiempo, dado que las reservas caen y el déficit del balance cambiario se amplía.


Inflación en forma de "U" y el dólar futuro

El ciclo inflacionario parece entrar en una fase donde las expectativas apuntan a una trayectoria en forma de "U". Tras una breve desaceleración, los indicadores sugieren que el peso argentino seguirá perdiendo valor, mientras el dólar aumentará su poder adquisitivo en el corto, mediano y largo plazo. Los desequilibrios actuales en el mercado cambiario, impulsados por el uso de las reservas para contener el CCL y reducir la brecha, están sembrando las semillas de una futura devaluación. De hecho, la economía argentina ya está sintiendo los primeros efectos de la escasez de dólares. Las reservas del BCRA han caído en casi 2.200 millones de dólares en las últimas semanas, un claro reflejo del costo que conlleva esta política de intervención.


Perspectivas comerciales y la sombra de la devaluación

Uno de los principales factores que impulsarán el tipo de cambio al alza es el saldo comercial neto, que se proyecta en deterioro. En 2024, Argentina no tendrá una cosecha excepcional ni precios de exportación favorables, y se espera que las importaciones crezcan en el futuro cercano. El déficit de dólares se profundizará, y el BCRA, en lugar de acumular reservas, continuará quemándolas para mantener una ilusión de estabilidad en el mercado cambiario. La fragilidad de la balanza cambiaria se agrava aún más cuando se considera el déficit creciente en el balance del dólar tarjeta, que en julio de 2024 alcanzó los 749 millones de dólares, un 11% más que en el mismo mes del año anterior.


El ocaso de las intervenciones: Una paz transitoria

A pesar de los esfuerzos por contener la suba del dólar, las intervenciones del gobierno, como la venta de bonos para bajar el CCL y el MEP, están mostrando claros signos de agotamiento. Las herramientas disponibles tienen un alcance limitado y solo pueden ser efectivas a corto plazo. Sin una política económica de fondo que aborde los desequilibrios estructurales, la apreciación cambiaria será inevitable. La eliminación del impuesto PAIS en diciembre de 2024 podría ser el catalizador de esta situación, abaratando el dólar tarjeta y disparando una demanda de divisas que el BCRA no podrá contener. 

Es importante destacar que, incluso si el gobierno lograra mantener el actual superávit fiscal, el problema cambiará en diciembre, cuando el impuesto PAIS caiga y se deba recurrir a nuevos mecanismos para sostener la artificial calma cambiaria. De no hacerlo, el déficit fiscal volverá a surgir con fuerza, agravado por la necesidad de pagar intereses y amortizaciones que no se pueden seguir postergando indefinidamente.


Conclusión: Un dólar barato, pero por poco tiempo

La economía argentina ha entrado en un ciclo en el que las medidas actuales de intervención no solo son insuficientes, sino que postergan la necesaria devaluación y ajuste económico que tarde o temprano deberá ocurrir. Mientras el BCRA sigue quemando reservas y la brecha cambiaria se cierra artificialmente, los desequilibrios persisten y se profundizan. Sin un cambio estructural en la política cambiaria y sin una devaluación controlada, los argentinos se enfrentan a un futuro en el que el dólar será más caro y la inflación seguirá su curso ascendente.

La falsa calma que hoy experimenta el mercado cambiario no es más que un espejismo sostenido por intervenciones que carecen de sustento a largo plazo. La historia económica reciente del país ha demostrado una y otra vez que los milagros no ocurren, y que tarde o temprano, las leyes económicas imponen su propia realidad.

septiembre 02, 2024

La Promesa del Gobierno y la Realidad Inflacionaria

El actual Gobierno ha sabido vender muy bien la idea de que logrará domar la inflación "para siempre", prometiendo un descenso sostenido y permanente en los próximos años. Tras 22 años de inflación persistente y en aumento, muchos argentinos desean creer que esta vez será diferente. Sin embargo, las aspiraciones y la realidad económica pueden ser dos cosas distintas.

La inflación es, fundamentalmente, un fenómeno monetario. Ocurre cuando la producción de dinero supera consistentemente a la de bienes y servicios, resultando en una pérdida de poder adquisitivo del dinero. Aquí es donde surgen las dudas sobre la capacidad del gobierno para cumplir su promesa. El Índice de Precios al Consumidor (IPC) del INDEC, que es la medida más comúnmente utilizada para estimar la inflación, tiene sus limitaciones. Está basado en una canasta de consumo que podría estar desactualizada y no reflejar fielmente el patrón de consumo actual de los argentinos, especialmente en un contexto de creciente pobreza.

El problema radica en que esta canasta subestima la inflación real que enfrentan los consumidores. Por ejemplo, el gasto en vivienda, transporte y salud, que tiende a aumentar en tiempos de crisis, podría estar siendo infravalorado en las estimaciones oficiales, lo que sugiere que la inflación real podría ser mayor que la reportada. Esta distorsión se refleja en que, durante el gobierno de Milei, la inflación en estos sectores ha superado significativamente la inflación general acumulada.

Además, la diferencia entre la inflación "núcleo" (que excluye elementos volátiles como alimentos y energía) y la inflación general es mínima, lo que indica que la inflación subyacente sigue siendo alta y difícil de reducir. La historia reciente nos muestra que, para que la inflación general disminuya de manera sostenida, primero debe bajar la inflación núcleo, algo que parece poco probable en el corto plazo.

Otro desafío es la inflación en dólares, que ha aumentado significativamente. Este aumento es insostenible y podría indicar que el programa económico actual es inconsistente a mediano y largo plazo, aumentando el riesgo de un salto en el dólar paralelo, una ampliación de la brecha cambiaria y una eventual aceleración de la inflación.

En resumen, aunque el gobierno de Milei pretende generar optimismo con su promesa de domar la inflación, las estadísticas y la realidad económica sugieren que este optimismo podría ser prematuro. La baja actual en la inflación podría ser solo transitoria, con un futuro que posiblemente implique una inflación más alta, una mayor brecha cambiaria y una trayectoria inflacionaria en forma de "U"

Veremos en los próximos meses si el BCRA logra acumular reservas, sostener el superávit fiscal y de balanza de pagos, y sobre qué medidas adoptará a partir del 23 de Diciembre cuando por Ley se caiga definitivamente el Impuesto País.


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