Páginas

abril 22, 2025

Un nuevo régimen cambiario en marcha: fortalezas, riesgos y desafíos

El acuerdo alcanzado por el gobierno de Javier Milei con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para el año 2025 define un nuevo marco cambiario que busca combinar la ortodoxia fiscal, la acumulación de reservas y una apertura parcial del cepo cambiario en un contexto de alta fragilidad macroeconómica. A continuación, se presenta un análisis de los principales aspectos del esquema y sus posibles consecuencias.

Fortalezas del nuevo régimen

  1. Claridad de reglas cambiarias: La definición de bandas cambiarias ($1.000 - $1.400) reemplaza al crawling peg discrecional, aportando previsibilidad. Si bien aún no se trata de un tipo de cambio libre, representa un avance hacia una mayor transparencia.

  2. Eliminación del dólar BLEND: La desaparición del esquema que permitía a los exportadores liquidar parte de sus divisas al contado con liquidación (CCL) tiende a homogeneizar el mercado cambiario y reducir arbitrajes.

  3. Unificación cambiaria parcial: El sistema avanza hacia un mercado único de cambios. Aunque persisten restricciones para personas jurídicas, se facilita la toma de decisiones de inversión y se reduce la incertidumbre.

  4. Disciplina monetaria y acumulación de reservas: El compromiso de alcanzar USD 9.000 millones de reservas netas refuerza el ancla macroeconómica exigida por el FMI. El esquema de intervención entre bandas, sin financiamiento monetario del déficit, apunta a estabilizar expectativas.

  5. Normalización del comercio exterior: La regularización de los plazos para pagar importaciones es esencial para recomponer relaciones comerciales y garantizar el abastecimiento de insumos.

Debilidades y riesgos latentes

  1. Persistencia del cepo para empresas: A pesar de los avances, las restricciones a la remisión de utilidades continúan. Esto desalienta la inversión extranjera directa y limita el ingreso de capital productivo.

  2. Volatilidad cambiaria potencial: La amplitud de las bandas y la promesa de no intervenir dentro de ellas abre la posibilidad a que el dólar se desplace hacia el límite superior, especialmente ante shocks externos o desalineación de expectativas.

  3. Esquema de intervención riesgoso: El compromiso de inyectar pesos a $1.000 y retirarlos a $1.400 plantea dudas sobre su eficacia, sobre todo en un contexto inflacionario. El BCRA podría ver afectada su capacidad de anclar expectativas si no logra comprar reservas.

  4. Dependencia del financiamiento externo: El acuerdo prevé ingresos por USD 23.000 millones (FMI, organismos internacionales y REPOs) en 2025, pero se proyecta una necesidad adicional de USD 10.000 millones para 2026/27. Persisten vencimientos por USD 46.000 millones, por lo que el esquema sigue dependiendo de nueva deuda.

  5. Ausencia de un plan de desarrollo: El enfoque está centrado en lo cambiario y fiscal. No se observan estrategias de crecimiento, reactivación productiva o fortalecimiento del entramado exportador, lo cual podría limitar la sostenibilidad del modelo.

Conclusión

El nuevo esquema acordado con el FMI constituye una señal de normalización y compromiso con la estabilidad macroeconómica. La transición hacia un régimen cambiario más previsible y unificado es una condición necesaria, aunque no suficiente, para recuperar la confianza.

Sin embargo, la fragilidad estructural persiste: la escasa demanda de pesos, la alta dependencia del financiamiento externo, las restricciones al sector privado y la falta de un horizonte productivo limitan las chances de una salida sustentable. Si no se corrigen estos desequilibrios, el riesgo es que este nuevo esquema termine siendo una "tablita" más, con los mismos desenlaces conocidos de la historia económica argentina.

abril 01, 2025

Argentina y el FMI: Un alivio pasajero para un problema estructural

El reciente acuerdo entre Argentina y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para adelantar 8.000 millones de dólares en el marco del programa de financiamiento por 20.000 millones ha generado expectativas en los mercados. Con reservas netas negativas por 11.000 millones de dólares, este desembolso representa un alivio en términos de liquidez y estabilidad cambiaria. Sin embargo, la pregunta central es si esta medida contribuirá a reducir el Riesgo País de manera sostenible o si simplemente será una corrección temporal en un escenario de alta incertidumbre económica.

¿Baja el Riesgo País?

En el corto plazo, es probable que el Riesgo País registre una disminución moderada. La llegada de estos fondos mejora la capacidad de pago del país, evita una inminente crisis de reservas y puede reducir la presión sobre el dólar. Los bonos argentinos, que se encuentran en niveles históricamente deprimidos, podrían reaccionar positivamente a esta noticia, al menos en un primer impacto.

No obstante, más allá del alivio inmediato, Argentina enfrenta problemas estructurales que no se resuelven con este desembolso. La deuda con el FMI asciende a 45.000 millones de dólares, una carga pesada que condiciona la política económica del país. A esto se suma un dólar oficial claramente retrasado, con un desfasaje estimado en 30%, lo que genera distorsiones en la economía y pone en duda la sustentabilidad del actual esquema cambiario.

El problema del tipo de cambio

El atraso cambiario es una bomba de tiempo. La administración Milei ha optado por mantener el dólar oficial artificialmente bajo para contener la inflación, pero esto tiene costos elevados: la pérdida de competitividad de sectores exportadores, la acumulación de pasivos del Banco Central y el riesgo de un ajuste brusco cuando la brecha cambiaria se haga insostenible. Sin una corrección ordenada, la historia reciente muestra que los desajustes acumulados tienden a resolverse con saltos abruptos en la cotización del dólar, lo que podría generar un nuevo pico de incertidumbre.

Un alivio efímero si no hay cambios estructurales

El adelanto de los fondos del FMI no es más que un paliativo en una economía que sigue sin dar señales claras de recuperación. El superávit fiscal logrado por el gobierno es un paso importante, pero no suficiente. Sin crecimiento económico y sin financiamiento genuino en los mercados internacionales, Argentina seguirá dependiendo de asistencia externa y ajustes constantes para evitar una nueva crisis de deuda.

Para que el Riesgo País baje de forma sostenida, el gobierno necesita demostrar que su programa es viable en el tiempo. Eso implica resolver el problema del atraso cambiario, generar confianza en los mercados y, sobre todo, reactivar la economía. De lo contrario, el alivio de hoy podría ser solo el prólogo de nuevas turbulencias en el futuro cercano.

Acuerdo con el FMI

 "Acuerdo con el FMI: sanear el BCRA para terminar con la inflación". En su argumento, Milei propone aumentar la deuda con el Fondo Monetario Internacional para estabilizar el Banco Central de la República Argentina (BCRA) y reducir la inflación. Sin embargo, es crucial destacar las deficiencias en este enfoque monetario.

Primero, es fundamental reconocer que la dinámica monetaria argentina difiere significativamente de otros países. Mientras que en economías más estables los agentes ahorran en la moneda nacional, en Argentina prevalece el ahorro en dólares estadounidenses, lo que genera desequilibrios monetarios y cambiarios persistentes. Este comportamiento implica que el BCRA se ve constantemente presionado por una demanda incompleta de pesos, afectando la efectividad de su política monetaria y exacerbando la volatilidad inflacionaria.

Además, la propuesta de Milei de aumentar las reservas del BCRA con fondos del FMI plantea serios problemas de sostenibilidad y dependencia externa. Al incrementar la deuda con el Fondo, Argentina se expone a mayores compromisos financieros y a una creciente influencia de los países acreedores en sus políticas internas, poniendo en riesgo la autonomía económica y política del país.

Otro punto de preocupación es el manejo del déficit fiscal y el impacto a largo plazo sobre la carga impositiva y el gasto público. Aunque Milei sugiere que los nuevos fondos del FMI podrían utilizarse para mejorar el balance del BCRA, existe incertidumbre sobre cómo se gestionarán estos recursos y si realmente contribuirán a una estabilidad duradera.

En resumen, mientras se comparte la preocupación por la salud financiera del BCRA y su impacto en la inflación, es esencial cuestionar la viabilidad y las implicancias a largo plazo del acuerdo propuesto. Argentina enfrenta desafíos únicos que requieren soluciones adaptadas a su contexto económico y social, más allá de las recetas estándar del FMI.